Comentario 3×3
El sistema carcelario paraguayo es digno de un estudio sociológico, económico y cultural. Hace muy poco tiempo, un documental extranjero calificó al penal de Tacumbú como uno de los más duros del mundo, y, sin embargo, después de haber visto la serie y el contenido, podemos decir que Tacumbú no necesariamente es un sitio tan complicado como parece.
Es uno de los pocos lugares donde la proporción de guardia cárceles por internos es la más baja y donde es posible que incluso un asesino serial como Marabel tenga relaciones sexuales con cuantas mujeres se considere parte de lo que la norma legal dice de alguien que convive con él. Cómo podríamos hablar de eso cuando mató incluso a la que convivía con él y a toda su familia.
No entendemos muy bien la lógica de la penitenciaría, pero ciertamente para la gente local funciona como un centro de distribución de drogas, depresiones y chantajes telefónicos de la posibilidad de seguir operando sin ningún tipo de inconveniente, como si fuera una oficina, a cualquier narcotraficante que haya sido recluido de momento.
Si sumamos al hecho de que el 80 % de la población carcelaria no tiene condena, vemos el cuadro de situación completo que debe trabajar la ministra de prisiones, la que debería trabajar en ideas alternativas para que realmente permita al mismo tiempo ser una sanción y un mecanismo de reinserción posterior a los que hayan tenido o la condena firme por algún delito perpetrado.
