Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Las fuertes tormentas del pasado fin de semana nos vuelven a demostrar la precariedad de nuestro sistema eléctrico y también de agua. Cuando acontece este tipo de cosas, la gente comienza a rezar para ver si recibe alguna ayuda del más allá, para hacer que esto sea lo más suave y lo menos dañino para cada uno de nosotros.
Las historias acerca de que casi pudieron haber muerto por el efecto de la tormenta o el prolongado momento de no tener energía eléctrica en sus casas, o agua, es parte del viacrucis habitual de cada uno de nosotros.
El argumento de que creció la demanda y la oferta se estancó no es de recibo. Hemos tenido mucho tiempo para planificar y estructurar este tipo de crecimientos y cuando la población comenzaba a migrar del campo hacia la ciudad en un porcentaje del 8 por ciento por año, ya nos debería dar cuenta y razón como para hacer las inversiones que se debían para no tener que padecer circunstancia de este tipo.
Se habla de que falta dinero cuando en realidad la Ande, que es la distribuidora de energía de Itaipú y Yacyretá, tiene suficientes recursos en estas dos binacionales para modernizar todo el sistema, si quisiera, si tuviera voluntad, debe reconocerse también la mala calidad de los productos comprados por la Ande a lo largo de este tiempo.
No puede ser que con cada lluvia se terminen destruyendo 200 transformadores y que el negocio sea comprar malos transformadores de mala calidad para seguir alimentando la corrupción a su paso.
Es una medida que debe hacerse en conjunto. Ya no es suficiente con que nos den explicaciones de que no podemos hacer nada ante una circunstancia de este tipo. El Paraguay no puede seguir dilapidando recursos, conocimientos, capacidades, para hacer miserable la vida de las personas.