Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
La lucha contra el coronavirus tiene diferentes tipos de escenarios y algunos de ellos tienen que ver con la cuestión de evitar aglomeraciones y, en este caso, la peregrinación a Caacupé es una cuestión referencial de ese momento.
En otros eventos, también masivos y todavía con mayor cantidad de gente, la política ha sido suspender los mismos. Eso pasa con los mexicanos y la peregrinación a la Virgen de Guadalupe en Ciudad de México, que congrega a 12 millones de personas anualmente, y también la de los brasileños en Nuestra Señora Aparecida.
En Caacupé habrá una especie de híbrido, se permitirá en ciertos horarios y con una determinada cantidad, la participación en las misas, y hay un debate acerca de si eso es lo conveniente o habría que suspenderlo definitivamente, y la posición de los médicos es contraria a que esto se mantenga como se ha establecido en el protocolo.
Claro que esto en términos sanitarios no se acompaña con otras medidas que también significan una presencia importante de personas, desde un país que tiene un récord en cantidad de fallecidos e infectados como el caso de Brasil, que desde el día viernes ya pueden movilizarse todas las personas a través del puente internacional que comunica a ambos países y solamente se aplicarán restricciones a no más de 30 kilómetros de ese punto.
La gran pregunta es quién controlará todo eso, y si allí permiten un movimiento tan importante de personas, por qué no tendrían que hacerlo también con la festividad de Caacupé. En definitiva, desobediencias, visiones contrapuestas y contradictorias en la lucha contra el Covid en términos sanitarios y de movimiento de personas.
