Es educación básica, saber que “saludar y agradecer” son las acciones que toda persona corresponde de igual manera. Si alguien te saluda, haz el esfuerzo de hacer lo mismo en su idioma. ¿Y si aplicaras eso en el trabajo? Sí, seguramente tu ambiente va a cambiar y te abrirá mil puertas.
Más allá de la educación, saludar es reconocer al otro y darle su lugar. Nos perciben que existimos, que estamos ahí y que somos parte de algo. Esas son las personas que nos cambian el día. Puede ser la persona que te gusta, el líder que admiras o simplemente una persona que acabas de conocer. Saludar es la carta de presentación más fuerte que tenemos; no se trata de la ropa ni como luces, sino de quien eres.
Pocas personas se detienen a saludar a sus vecinos o decir “buenos días” en el elevador de una oficina. El saludo abre más puertas de las que imaginas y la gente se da cuenta porque las cosas “pequeñas” son las que más cuentan.
¿Te has dado cuenta de algún jefe que camina por la oficina sin saludar y con cara de pocos amigos? Sí, así te ves tú cuando haces lo mismo. Los mejores líderes son aquellos que inspiran, los que solitos se abren las puertas sin importar la situación y tienen la misma educación con todos sin importar su rango o clase social.
Un buen ambiente de trabajo o en la casa o con tus amigos empieza por ti. Y no necesitas remedios mágicos ni mucho menos invertir en regalos caros. Inténtalo la siguiente vez que estés con tus amigos y a todos sin excepción les sorprenderá y no les quedará otra que devolverte el saludo. Las cosas comenzarán a fluir distinto y positivamente.
Todo lo que piensas lo reflejas y eso incluye un saludo, un saludo sin miedo. El saludo cambia los ambientes y si tienes duda hay una regla universal y de educación: quien entra a un lugar saluda y quien se va se despide. Tan simple como eso y te garantizo que la gente empezará a notar y responderte de la misma forma.
