Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
La educación se enfrenta de nuevo a la cuestión de retornar simplemente para decir que hemos superado en cierta manera los temores de la pandemia o tener que definitivamente acabar el ciclo lectivo en el modelo con que se inició: el de a distancia, con todas las deficiencias estructurales que esto supone, y tener que hacer pasar a la mayor cantidad de alumnos sin haber tenido las pruebas de suficiencia requeridas.
Venimos en esa circunstancia desde hace mucho tiempo. No es extraño encontrar en Asunción y en otras ciudades muy pobladas de Paraguay, gente que tenga seis años de educación primaria y que no sepa leer ni escribir.
O sea, se ha venido haciendo pasar de grados a generaciones completas en el país, y después nos quejamos de las grandes deficiencias estructurales que tenemos en la etapa secundaria, por qué tan poca gente ingresa a la universidad, o por qué, finalmente, por falta de habilidades y capacidades en el lenguaje, muchos de los ingresantes a facultades como las de Medicina, terminan naufragando en el examen de suficiencia de redacción.
Es el tiempo de mirar un gran cambio en materia educativa y para eso habría la necesidad de convocar a la gente que realmente pueda dar una mano a un ministerio que está sostenido sobre los afectos del presidente con su ministro, y no necesariamente hacer de la educación un verdadero bastión del desarrollo y del progreso paraguayo.