La misma agua que endurece un huevo, ablanda una papa. No son las circunstancias las que importan, se trata de qué estás hecho.
¿Cómo podemos enfrentar situaciones difíciles? Las épocas de “crisis”, son oportunidades ocultas para los que saben encontrar en su propio interior, el entusiasmo y la motivación necesarias para aprovecharlas. Preguntarse ¿“para qué me sucede esto?”, en vez de ¿“por qué me pasa esto a mí?”
¿Cómo logramos auto- motivarnos? Si lo que tenemos (salud, familia, trabajo, etc.) no es motivo suficiente para vivir con entusiasmo, podemos construir aquello que nos motive. Cambiemos las cosas que nos hacen la vida miserable y vayamos en pos de aquellas que nos darán satisfacción.
Algunos pasos que te ayudarán a tener una buena actitud: 1. Aceptarte tal cual eres. Recuerda que cuando Dios te hizo, rompió el molde.
2. Debes conocer tu sueño. Si no sabes a donde vas, vivirás caminando en círculos, pensando que estás corriendo y te cansarás de hacerlo, como un hámster en su ruedita. Corre todo el día, pero no va a ningún lado. Si vas a soñar, ¡que sea algo grande! Y no permitas que nadie castre tu sueño, ni siquiera tu familia o tus mejores amigos.
3. Debes reconocer tus errores. Si no lo haces, vivirás excusándote. Cuando cometes un error y buscas una excusa, ya tienes dos errores: el error y la excusa. ¿Por qué nos excusamos? Porque no reconocemos nuestros errores. Las excusas siempre te hacen gastar energía. Los fracasados son expertos en dar excusas.
No te detengas en las dificultades, no te quedes a sacar fotos en la prueba, sigue adelante porque poco después de esa situación difícil, se encuentra el camino al éxito. Atrévete a reconocer y aceptar tus errores, eres humano. Que tus errores sean un trampolín para alcanzar tus mejores logros.
La única ventaja competitiva sostenible que existe.
