Por Benjamín Fernández Bogado
Si alguien tuviera que hacer una crónica del momento político del país, diría que hay turbulencias en la mar arbolada que nos toca enfrentar y al mismo tiempo hay fuertes desavenencias en el puente de mando, el lugar en donde se encuentra el capitán de un barco con sus oficiales y se encarga de dar las órdenes respectivas. Se quejan mucho del entorno del presidente, que no escucha a nadie y que se encuentra aislado sin tener ningún contacto con la realidad, y eso agrava su situación de cara a importantes decisiones que tienen que ser tomadas en el Congreso. Ahora, uno de sus leales y consecuentes amigos de la primera hora, aunque con sospecha de ser cartista, Enrique Vaqueta, sacudió esta semana con duros ataques a la figura del presidente hacia su modelo de gestión e hizo todavía cosas más profundas, sugiriendo el cambio completo del gabinete y de varias direcciones.
Claramente lo que se muestra con todo esto es que hay problemas internos graves. También apuntó su batería contra Wiens y PETA, que dicen ser los rezadores del presidente todas las mañanas. Claro, todo esto puede parecer anecdótico si no estuviéramos en una situación en donde la retracción económica es profunda y en donde las amenazas de la continuidad del Gobierno son grandes. El propio presidente de la República, Abdo Benítez, no ayuda mucho a aclarar las cuestiones. Nunca se sabe si exactamente está de acuerdo con continuar o quiere ya tirar la toalla, si ya no se halla más en la condición de presidente de la República y quiere dejar de lado esta responsabilidad.
Este es un cargo complejo, difícil, que tiene que ser llevado con mucha madurez por cualquier persona que pretenda dirigir los destinos de esta nave llamada Paraguay. Si además de que hay turbulencias en la mar arbolada, en la expresión náutica, se suma a esto los problemas en el puente de mando. Es lógico que la tripulación por completo y los pasajeros estén extraordinariamente inciertos y dubitativos con respecto al futuro del país, en consecuencia.