Por Benjamín Fernández Bogado
Han pasado más de cuatro meses desde la declaración de cuarentena y lo que sabíamos es lo que estamos viviendo en la actualidad. Muchos recursos económicos malgastados, poca capacidad de planificación, de prevención, de hacer aquello que se debe hacer en términos sanitarios. Esto nos ha mostrado a carta cabal cómo andamos en cuestiones fundamentales que corresponden a la responsabilidad del Estado. Garantizar la calidad de la vida de las personas a través de un buen sistema de salud es una de ellas, pero cuando vemos que este ministerio ha venido ya con serias falencias de año pre pandémicos, pensábamos que se despertarían con esta circunstancia, cosa que no pasó. Se dieron muchos recursos, casi 500 millones de dólares, y los niveles de ejecución no alcanzan ni el 1%. Es ciertamente una muestra más de la extraordinaria incompetencia de un Estado que no sabe hacer las cosas en el bien común, si no es con grandes pagos de tasas a los corruptos de siempre.
El banco interamericano calcula que en corrupción el Paraguay pierde mil seiscientos millones de dólares anuales. De eso un tercio se dio para el tema de la salud, y en esa cantidad ya se dieron hechos de corrupción. El actual ministro ha sido incapaz de sancionar, de apartar, de sacar al entorno que él había elegido para manejar el dinero y por lo tanto él asume la responsabilidad de todo lo que aconteció. Ya no es posible seguir creyendo a alguien que con la mejor cara trata de convencernos que les preocupa nuestra salud y la vida de los paraguayos. Si eso existiera realmente tendría una mano mucho más pesada y dura contra su entorno y contra quienes han tratado de delinquir con la tragedia de la pandemia paraguaya.