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Vivir, una carrera para valientes

Al nacer empieza todo, nadie te advierte sobre cómo serán los padres hermanos comida o ambiente que te puede tocar vivir, uno sale del vientre de su madre y empieza a respirar el oxígeno y sentir la temperatura del espacio y tiempo que te tocó llegar, al ser concebido es puesto bajo agua para limpiar el cuerpo de la sangre que le tocó traer consigo por el hecho de compartir nueve meses en el vientre de tu madre.

Si la suerte y la bendición de Dios juntos conspiraron para traer la vida sin problemas es puesto en los brazos de su mejor aliada en su vida:la madre. Luego la vida empieza a presentar sus altibajos. Cosas que todos hemos vivido o pasado alguna vez en la infancia. Por ejemplo yo de chico no brillaba por mi calma y por dar paz a mi entorno en reuniones sociales. Tanto es así que recuerdo bien aquellos dos días que rompí mis muñecas y rodilla izquierda no por estar leyendo un libro o jugando con rompecabezas o pintando un cuadro o estudiando matemáticas, materia que no fue de mi agrado al inicio de mi formación primaria,  pero con el tiempo entendí el valor del cálculo en la vida.

Pero las pruebas más difíciles de mi vida no se limitan a accidentes o materias en el colegio. Nunca supe el real valor de vivir y festejar la salud diaria luego de mi accidente cuasi fatal hace 13 años y semanas. Allí empieza mi maratón más larga sin descanso ni pausa o mi “tour de Francia” sin equipo de asistencia. Recuperarse es difícil.

Más cuando uno pierde habilidades básicas que llevan tiempo volver a tenerlas como el de ocupar bien el brazo y mano afectadas por el traumatismo craneoencefálico, el habla o la memoria cercana o largo plazo. Uno se mueve con normalidad caminando con bastón e interactúa con el entorno que le tocó participar con naturalidad sin pensar ni imaginar que de un mal giro con bastón o intentando alcanzar algo con el brazo o mano afectadas puede ocurrir algo indeseable y aunque eso ocurra uno debe continuar como si nada hubiera pasado entendiendo y dando valor al tiempo que es la mejor referencia de cuánto hemos cambiado durante la recuperación.

Aprender a vivir de nuevo

Ese algo que no entendemos a disfrutar los pacientes durante su desarrollo es el proceso per se,  luego recién  nos damos cuenta de su importancia. Si no existieran en nuestras vidas los miembros de la familia que te exijan a repetir los ejercicios hechos en la recuperación no habría meta alcanzada en nada.  Aquí donde la frustración quiere entrar a destruir lo que por el accidente se descompuso bastante. Aquí es cuando así cómo caímos usando el bastón y nos levantamos debemos repetirlo para persistir en el viaje de la vida aunque muchas veces  queramos tirar la toalla, la lucha continúa y nuestro oponente sigue parado y todavía no cayó por KO como dice la regla del boxeo.

Aquí entra nuestro entrenador y nos sacude para hacernos entrar en convicción que podemos seguir que si ya hemos logrado caer y levantarnos varias veces en el pasado podemos repetir la misma hazaña. Luego aplico a mi vida una frase dicha por un compañero en recuperación: “Santi el sabio es aquel que aprende de los errores ajenos para no caer en el mismo lodo donde  ya vió caer a otra gente atrás”. 

Soy de la idea de comparar a la vida con deportes de alta exigencia física como el maratón el remo, ciclismo natación y al ver estas competencias siempre me fijo en aquel que encabeza la carrera y pienso que de cosas estará experimentando ese atleta con la fatiga mental y física.Con  la ayuda de la cámara vemos la toma en primer plano de su rostro y nos damos cuenta que el cansancio dejó de ser un obstáculo para él.

La vida es una bella carrera donde en cada día que nos toca vivir habrán momentos felices y difíciles que nos toque enfrentar y guardar en nuestra memoria. Solo eso quería compartir con ustedes al final de este octavo año de mi recuperación y 33 de mi vida. Vale la pena vivir y enfrentar los obstáculos.

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