Las tres palabras que titulan este trabajo son las que describen hoy y quizá siempre al ser humano que no conversa o utiliza la palabra para dialogar, hablar o comunicarse con otras personas decidiendo de esta forma volverse un ermitaño, misántropo, insociable y así termina viviendo encerrado. Absorto frente a sus pantallas con las que “trabaja” o hace cualquier cosa que demande el uso de su concentración por completo. La posibilidad u oportunidad de contar con un contertulio con quien tenga ángulos o temas en común para dialogar de lo que sea.
Este ejercicio no debe ser tomado cómo una pérdida de tiempo, para intercambiar malas ideas contra alguna cosa o alguien en particular, sino sobre todo para que cumpla con los beneficios que trae consigo la conversación con alguien más, que entre los que se encuentran;
- Obtener información: el lenguaje verbal nos permite obtener información sobre lo que sucede a nuestro alrededor, lo que nos ayuda a adaptarnos a los cambios y a resolver problemas.
- Mejora la memoria: al hablar, se activan los mecanismos sensoriales del cerebro, lo que ayuda a mejorar la memoria.
- Mejorar la gestión de conflictos: hablar con uno mismo u otros puede ayudar a encontrar formas más efectivas de tomar decisiones y a gestionar conflictos
- Mejorar la autoestima: al reconocer los propios éxitos y reforzarlos en voz alta puede ser muy beneficioso para la autoestima.
- Aprender más rápido: hablar en voz alta con uno mismo mientras se hacen actividades que requieran una pauta de comportamientos ayuda a aprender con mayor rapidez lo que no conozca bien todavía.
Retornar a lo fundamental y básico
Por eso y mucho más es importante socializar en lugares, momentos y con compañía oportuna que pueden ser desde familiares, vecinos, compañeros de estudio, trabajo o con quien sea tengamos la oportunidad de existir donde vivamos. Hoy día no importa tanto donde se encuentre uno al poseer un dispositivo creado para compartir mensajes con otra persona oral o textualmente y que desafortunadamente lo usamos cómo no deben funcionar los “teléfonos inteligentes” que con inteligencia se hacen de lo que valen mucho para nosotros; nuestra información privada, entregada a voluntad.
Desafortunadamente no es lo único que se llevan con ellas sino la oportunidad que tenemos o teníamos para hablar con quien sea en un cumpleaños, reunión social, laboral,académica o de cualquier tipo que exista justo para lo que en un pestañeo son reemplazadas por el uso de pantallas o “espejos negros” que reflejan al taciturno y huraño en lo que nos vamos convirtiendo. El p conversar no expone demasiado con quien sea el que nos escuchen decir lo que ocurra en nuestra mente alrededor de lo que sea. Nos hace parte de una comunidad que es la unica forma humana de construir lo colectivo.
De hecho debo decir que la mayoría de lo que ya leyó en el espacio que tengo en este sitio fueron inspirados de conversaciones con amigos, conocidos o quien tenga conocimiento en profundidad de lo que haya leído.
El poder de la palabra es inmenso que al ser bien utilizada en diálogos, ponencias o clases pueden influir intensamente en quienes la interpreten bien o mal, de acuerdo al vocabulario y la forma de comunicar lo que sea. Volvamos a lo básico y fundamental.