La dictadura es un régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales.
En el mundo han existido varias dictaduras que reprimieron a diferentes grupos sociales por distintos motivos, nada racionales ni justos por supuesto.
Brasil tuvo una dictadura militar entre 1964 y 1967. El 1 de abril de 1964, los militares brasileños dieron un golpe de Estado contra el presidente João Goulart. Una experiencia nada agradable para el brasileño que ahora, sesenta años después, quizá algo tarde, está teniendo un gesto humano porque Brasil pide disculpas a los pueblos indígenas por la persecución durante la dictadura.
El presidente de la comisión de amnistía que investiga los crímenes del régimen de 1964-85 se disculpa por primera vez con un líder indígena.
Brasil ha emitido su primera disculpa por la tortura y persecución de los pueblos indígenas durante la dictadura militar, incluido el encarcelamiento de las víctimas en un infame centro de detención conocido como “campo de concentración indígena”.
Maniobras irracionales cómo estas fueron hechas también en el vecino país contra sus nativos. La disculpa fue presentada el martes por una comisión de amnistía adscrita al Ministerio de Derechos Humanos encargada de investigar los crímenes del régimen de 1964-85.
Uno se pregunta de qué sirven disculpas por atropellos a la libertad y abusos a los derechos de quienes están bajo cualquier régimen político que debe responder bien a quienes justificamos la existencia del estado.
Un valor testimonial inmenso
La presidenta de esa comisión, la profesora de derecho Eneá de Stutz e Almeida dijo; «En nombre del Estado brasileño quiero pedir perdón por todo el sufrimiento que tuvo su pueblo».
“La verdad no estoy pidiendo perdón [sólo] por lo que pasó durante la dictadura. Lamento la persecución que su pueblo – así como todos los demás pueblos nativos – ha sufrido durante los últimos 524 años debido a la invasión no indígena de esta tierra, que les pertenece”, dijo Almeida en una audiencia en la capital. , Brasilia.
La dictadura militar en Brasil (1964-1968) provocó miles de asesinatos, desapariciones, torturas, violaciones, apropiación de menores y exilios forzosos. La dictadura también reprimió a los intelectuales, asesinando y torturando a miles de estudiantes, periodistas y artistas.
Brasil registra una campaña que implicó el encarcelamiento de su pueblo –y de miembros de otros grupos indígenas– en un “reformatorio” parecido a una prisión a orillas del río Doce. El “campo de reeducación” rural se inauguró en 1969 –el momento más represivo del régimen de 21 años– y recibió a decenas de reclusos indígenas que sufrieron abusos físicos, explotación y se les prohibió hablar sus propios idiomas. Un buen paso con las comunidades aborigenes.
Según el censo de 2022, Brasil tiene 1,69 millones de indígenas. Esto equivale al 0,6% de la población brasileña.
Un dato demográfico importante que debemos tener en cuenta porque son personas que forman parte de la población nacional y cómo todos tienen derechos a la atención y cuidado para asegurar sus vidas en el tiempo que les toque existir, dándonos esperanzas de no volver a errores cómo estar bajo regímenes autoritarios que solo sirven para establecer medidas draconianas, injustas e irracionales ante cualquiera o cualquier grupo social del país que le toque vivir esto.