Solemos escuchar que antes la gente empeñaba su palabra con la sola promesa verbal de que así lo cumpliría dejando ver su integridad que era inquebrantable y por ende cumpliéndose lo pactado. Por lo visto que eso fue perdiéndose en el tiempo y esos recuerdos de nuestros abuelos han sido borrados por los actos de los inmorales que nos han devenido, con mas notoriedad estas últimos días. Los últimos episodios en la política nos han mostrado la frontera inimaginable de falta de integridad.
El concepto de integridad es tan interesante ya que deriva del término de origen latino integrĭtas, haciendo hincapié en la particularidad de íntegro y a la condición pura de las vírgenes. Algo íntegro es una cosa que posee todas sus partes intactas o, dicho de una persona, hace referencia a un individuo correcto, educado, probo e intachable.
Buscando referencias del concepto que abordamos hoy me encontré con algunos que les comparto. Los íntegros son hombres enteros, que no están fracturados ni fragmentados en su carácter, como dijo un profeta, «son fieles a sí mismos, a su país, a su Dios en todo tiempo y en todo lugar en que estuviesen, aun hasta la muerte» (Mosiah 18:9).
Por ende, la integridad edifica el carácter. Un hombre que no miente, no engaña, no roba y construye ese código de principios, siempre hará lo correcto, en cualquier circunstancia.
Al ver toda la trama de lo que paso en el congreso, esta frase viene como anillo al dedo: “La integridad es hacer lo correcto cuando nadie está mirando y hacer lo que usted dijo que haría.” Roy T. Bennett.
El ser integro está en nuestro ADN y debemos rescatarlo. Solo de esa manera podremos salvar no solo la democracia, sino por sobre todo, seguir siendo una nación libre, soberana e independiente.