Un combate bélico no se limita a dañar vidas y estados de salud de los combatientes o infraestructuras militares, gubernamentales y herramientas de material bélico sino lo más importante; civiles y seres vivos vulnerables, indefensos e inhábiles ante la fuerza bélica que no diferencia entre sus enemigos y aliados. Los de Ucrania que resisten a Rusia o los palestinos en la Franja de Gaza ante el asedio de los israelíes son ejemplos de guerras con efectos devastadores. Hay otras muchas de baja intensidad que se mantienen en el tiempo.
Existen varios efectos lamentables de las guerras en la sociedad cómo;
La desorganización social
Violencia, violación, atropellos, la deshumanización
Pérdida de autoestima, espiritualidad y atributos humanos
Degradación ambiental
Hambre y pobreza
Miedo social
Pérdidas y separaciones
Alteración de la estructura productiva de los países afectados
Perjudicar la salud física y mental de las personas
Amenazar la salud y la naturaleza
Disminución de la libertad de expresión.
Estos parecen ser aspectos no tenidos en cuenta por los “líderes” que levantan la orden de invadir o atacar al prójimo por causas colectivas o particulares que pueden llegar a quemar a destruir todo a su paso. Usan factores identitarios para atacar a Rusia en el territorio del Donbass en Ucrania.
Buscar los elementos que llevan a la paz
Los factores desencadenantes de la guerra son los que deben ser evitados. Más prosperidad, equidad, justicia y desarrollo actúen como disuasores de conflictos que pueden acaban en confrontaciones violentas. En estos tiempos previos de Navidad donde a veces se dan tregua en los conflictos debemos buscar fortalecer la paz ante los apremiantes conflictos en desarrollo o en ciernes.
