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Icebergs y cambios

Hoy en día casi todo está cambiando. Hace poco se ha hecho la evaluación de uno de los icebergs más grandes del mundo, etiquetado cómo afortunado porque sobrevive a las altas temperaturas del mundo que están poniendo bajo agua ciudades y países en un planeta mutado y no tan afortunado cómo algunas de sus piezas.

Se trata del iceberg conocido como A23a, que se desprendió de la Antártida hace 40 años y mide 4.000 kilómetros cuadrados. 

Los científicos antárticos han podido realizar una inspección «increíblemente afortunada» del iceberg más grande del mundo (aproximadamente tres veces el tamaño de la ciudad de Nueva York) que se desprendió del continente helado hace tiempo.

Un argumento sobre los cambios

Los icebergs se forman por la erosión de las barreras de hielo. La nieve se comprime por su propio peso y se convierte en hielo para luego desprenderse y quedar flotando en el océano cómo un pedazo de galleta en nuestra sopa o plato que sería nuestro alimento. 

El mismo que hundió al Titanic, aquel barco que naufragó en 1912 al impactar con un iceberg, y que con dicho accidente 1500 personas murieron en el sur de Terranova, una isla canadiense.

Este triste acontecimiento vuelve famoso no solo el viaje de muchas personas en un barco sino la estructura geográfica del iceberg que existen con más frecuencia en la Antártida y el Ártico el mismo puede cambiar su dimensión o posición espacial, ahora que la mutación de lo que exista en los lugares más cálidos y con más gente es frecuente. 

Ellos nos  demandan su respeto y lugar en un mundo que nos sigue sorprendiendo por poseer áreas geográficas que son vulnerables a desaparecer o dejar de existir por variaciones climáticas que surgen por el calentamiento global.

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