Una frase acuñada por la clase política desde la era stronista, donde se afirmaba que «vivimos en un país divino», replicada con otras frases similares como «vivimos en un país de maravillas» vociferada hace unos años por Herminio Cáceres, en ese momento presidente de la ANR y otros audaces que han afirmado frases similares, nos hacen pensar si lo que quieren realmente hacer es un paralelismo con la obra de Lewis Carroll, considerada una de las mejores novelas del género del Sinsentido.
Si tomamos la obra, su trama y los personajes, no suena tan descabellado: un sombrerero loco, un conejo ansioso y obsesivo con el tiempo, una reina megalómana a la que no responden por respeto, sino por miedo y un personaje principal que cae en un pozo y se encuentra realmente confundida.
Rescates a criminales peligrosos a plena luz del día, casi servido en bandeja, cobrando la vida de un comisario casi abandonado a su suerte, crímenes violentos que ya no se toman la molestia de esperar la protección que les regala la oscuridad de la noche, nombramientos carentes sentido y acciones que nos hacen preguntarnos si estamos atravesando una realidad nacional o una fábula nacional.
La Reina Roja en la fábula de Lewis Carroll acostumbra a usar la frase: «¡Que le corten la cabeza!» En cada momento que alguien la contradecía o la dejaba en ridículo, reemplazando al vasallo decapitado por alguien más tonto, pero incapaz de ser desobediente. La fábula es un género literario con fines didácticos, mediante el cual suele hacerse crítica de las costumbres y de los vicios locales, pero también de las características universales de la naturaleza humana.
A diferencia de este relato famoso de 1865, nuestro personaje principal no lleva el nombre Alicia, sino Malicia, con los apodos de Codicia, Predendarismo e Ignominia, donde más allá de la belleza y el aprendizaje propio de cada fábula, todos los que estamos viviendo la oscuridad y el flagelo de sucesos actuales que no nos permiten prever el final de la historia, aunque las páginas que vamos recorriendo nos adelantan que es muy poco alentador: un Sinsentido.
