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El cansancio de los viejos

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Ahogada en turistas, Europa promete cerrar sus puertas a visitantes extranjeros

La vieja Europa está empezando a hartarse de lo que hasta ahora le produce fenomenales dividendos: el turismo. Los tres países que mayores ingresos en dólares recibieron en 2022 fueron Francia (US$ 41.000 millones), España (US$ 34.000 millones) e Italia (US$ 26.000 millones). Pero esta catarata de billetes verdes ya no alcanza para calmar los ánimos de la población autóctona que ya se siente extranjera en su propio terruño.

En algunos casos, se comprende la reacción. Por ejemplo, Venecia, ciudad medioeval cuya planta urbana quedó detenida en el siglo XV cuando en su esplendor tenía un máximo de 200.000 habitantes. Hoy cada año pasan por allí 25 millones de visitantes, 14 millones de los cuales apenas gastan unas pocas horas en la ciudad. Estas cifras se leen rápido pero en la práctica, el proceso es agobiante. Monstruosos cruceros echan anclas en la otrora calma superficie de la laguna. De ellos brotan verdaderos torrentes humanos que se derraman por callejas angostas y puentecillos que parecen crujir bajo el peso de miles de viajeros ansiosos de aprovechar su tiempo inundando bares, restraurantes, museos y sitios históricos. El otrora horizonte pacífico conformado por cúpulas y capiteles de iglesias, catedrales y palacios empieza a desaparecer bajo el tropel de invasores ni bien amanece. Hasta la serena silueta del campanario de San Marcos parece encogerse bajo el peso de semejante marea humana. Una de las últimas preocupaciones de los buenos venecianos nativos es que el emblemático puente Rialto colapse ante un tráfico de personas que ya se aproxima a las congestiones propias de un metro urbano en hora pico.

Este clima asfixiante se extiende a muchas ciudades europeas, entre ellas Santorini, la deslumbrante polis griega de los edificios de blanco resplandeciente. Aquí, la desproporción entre originarios y extranjeros alcanza niveles apocalípticos, ya que sus 10.000 habitantes son atropellados anualmente por 2 millones de turistas.

Si este cansancio de los viejos se profundiza y Europa empieza a cerrar sus puertas a los visitantes, toda esa gente con gran capacidad de gasto deberá redireccionar su destino. Los chinos tendrán que elegir dónde dejar los US$ 258.000 millones que gastan por año turisteando, los estadounidenses US$ 135.000 millones, los alemanes US$ 89.000 millones y una larga lista de otros viajeros ansiosos por desprenderse de dólares en hoteles, gastronomía, minitsours, compras y demás actividades conexas.

Si una parte de semejante marea de dólares viene para América Latina, bienvenida sea.Ya tendremos tiempo de hartarnos como los europeos, aunque es difícil que eso ocurra en un continente cinco veces más grande que la Unión Europea.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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