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Comunicar para integrar y construir

Una herramienta común del mundo que es la palabra y que desde hace tiempo es usada para hablar, escribir y comunicar ideas, conceptos, enseñanzas o entretener a quien sea en eventos o reuniones sociales particulares. La palabra que es lo único que distingue al ser humano de los animales,  es siempre motivo de estudios, análisis y reflexiones para recordar la importancia de usarla bien para que las relaciones humanas se construyan o fortalezcan bien ya sea a través de internet o en vivo y directo cómo prefieren algunos en vez de estar separados por pantallas que solo reflejan nuestros rostros y no el del compañero que puede responder con un emoji y hasta no responder en redes sociales de chat instantáneo.

Últimamente van dejando de ser bien usadas ya sea por ser canales de excesivo uso para mensajes ofensivos o simplemente por no ser bien utilizados para responder al instante alguna duda y hasta saludo que para lo único que serviría es para fortalecer cualquier relación. La palabra sirve para conocer algo específico o hacer común alguna idea o método de trabajo para facilitar y mejorar la calidad de vida de la otra parte.

Esto puede ir  desde la familia, compañeros de trabajo, estudio o lo que sea que tengamos una relación hecha y levemente sostenida a través de las redes que parecen enredar y confundir a quienes integremos cualquier relación que con el tiempo y falta del buen uso de la palabra va terminando y quedándose en el olvido. Hace unos dias fue el día de la amistad y nos recordó el compromiso y el porqué o para que tenemos una amistad, noviazgo o nexo el uno y el otro.

El lenguaje que divide

En el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente, Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora un medio de comunicación ha consultado con expertos la conexión entre lenguaje y racismo en América Latina.

«El lenguaje es racista», dice a DW Rosa Cristina Martínez, licenciada en filología y etnoeducadora. «Es un reflejo de los valores que tenemos como sociedad».

La concienciación por el lenguaje y su vinculación con actitudes racistas, especialmente hacia la población afrodescendiente, es algo que no está en boga en América Latina, pese a que son ya 133 millones de personas – uno de cada cuatro latinoamericanos-, los que se identifican como tal. La mayoría ubicados en Brasil, Ecuador, Venezuela, Colombia, Cuba y México. Que ya no debe preocuparnos o incomodar su presencia donde y cuando sea sino ver la forma de integrarlos y hacer que con su fuerza y talento ayuden a levantar proyectos comunes que hablando bien

Entre los que seamos parte de cualquier grupo humano podamos congeniar y llegar a las metas establecidas por los equipos que formemos, donde el único método para entendernos sin dilema es haciendo un buen uso de la palabra escribiendo o pronunciando bien entre los pares de cualquier objetivo en común. 

Asi y todo hay problemas, por ejemplo, en Colombia una persona «negra» es «afrodescendiente», aunque también hay «raizales» y «palenqueros» -términos referidos a poblaciones específicas-, englobando un total de 4,67 millones de personas; y en Argentina, -donde la población afrodescendiente es de apenas el 0,4% – «se usa ‘afrodescendiente’ porque ‘negro’ está ligado a «expresiones clasistas con tintes racistas», señala Anny Ocoró Loango, investigadora del CONICET y activista antiracista.

La palabra tan urgente y necesaria en las relaciones interpersonales requiere también una mirada mas holística en cuestiones donde lo racial puede ser un factor divisivo.

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