La reacción alérgica consiste en la percepción de nuestro organismo como nocivo de una sustancia y provoca una serie de complicaciones cómo goteos nasales, estornudos, picazón, sarpullidos, edema (hinchazón) o asma. Existe una extensa lista de elementos que pueden ocasionar alergias y en ocasiones nos acompañan de por vida lo que sugiere atención y cuidado permanente para evitar molestias.
Los alérgenos más frecuentes son: pólenes, ácaros, epitelios de animales, látex (o caucho natural, que está presente en guantes de goma, sondas, catéteres, globos, en chupetes, tetinas de biberones, etc.), picadura de avispas, ciertos alimentos y algunos medicamentos.
Aunque parezca increíble, últimamente se están dando alergias a alimentos, a lo que surge la preocupación de por qué están aumentando las alergias alimentarias extremas y qué podemos hacer al respecto.
Cada vez más niños experimentan reacciones graves a los alimentos cotidianos, e incluso nuestras mascotas las sufren. Nos reunimos con una familia que perdió a un hijo por anafilaxia y preguntamos qué se puede hacer. La anafilaxia es una reacción alérgica grave, puede comenzar muy rápidamente, y los síntomas pueden ser potencialmente mortales.
Han cambiado las causas
Lo que antes para nuestros padres, tíos o abuelos sería algo bizarro y hasta imposible ahora existe y preocupa a progenitores y responsables de personas que crecen o lo intentan hacer en un planeta que se vuelve peligroso para todos por desequilibrios económicos, pandemias o desastres naturales, ahora deben lidiar con las alergias nuevas.
No es el caso de toda la oferta existente allí afuera para comer que puede dañar nuestro organismo y estética si es consumido sin control y con frecuencia aunque sea palatable y signifique un momento de placer a nuestro sentido del gusto una vez el alimento ingresa a nuestro cuerpo puede ser util o inutil a nuestra salud.
El ejercicio de comer debe ser cuidado por todos desde siempre porque no se trata siempre de degustar lo que nos parezca sabroso o se lo venda como eso, sino sobre todo en lo que nos convenga y cuando siempre el comer algo.
Aquello no termina en el desayuno, almuerzo, merienda o cena si no empieza y continua en esos momentos los efectos del comer que debe iniciar y terminar en estos tiempos. Aplicando lo que me apuntaba una amiga; “corte, medida y distancia con y de la comida”, de aquella buena y mala siempre porque no todo se limita a la calidad sino a la cantidad de lo consumido y lo que hagamos después para digerir bien y controlar los efectos de lo que hayamos ingerido.
Aunque la “comida basura” no genere reacciones alérgicas desagradables instantáneamente, debemos tener control de cuanto y lo que se nos ofrezca comer de ellas por las consecuencias que puede tener para nuestra vida y el efecto adictivo que tienen habitualmente.
Grandes desafíos
Uno de los grandes dilemas de la paternidad es aprender a evitar volverse loco de preocupación cuando hay peligros para su hijo a su alrededor. Y aprender sobre todo a educar y cómo hacerlo para hacer que el progenitor coma y cuanto le convenga introducir en su cuerpo.
Los bebés son un manojo indefenso de necesidades, y eso es lo que hace que sea tan aterrador y maravilloso ser la persona encargada de tratar de mantenerlos con vida. En el caso de los padres de niños con alergias alimentarias persistentes, ese terror se magnifica muchas veces y continúa mucho después de la infancia, y no termina allí la inquietud que produce el hijo que el mejor regalo que puede hacer a sus padres es el cuidado autónomo de su vida, dejando sobre todo de ser una cavilación para el progenitor que a su vez también debe tener mucho cuidado con la comida que debe alimentar y nutrir y no ayunar o desnutrir a nadie nunca.
Todo esto sugiere tener siempre cuidado no solo de los ingredientes que pueden producir alergias sino también lo que se presente en nuestro primer plato del desayuno, almuerzo o cena.