Siempre es curioso los descubrimientos que se dan dentro de nuestro cuerpo, ahora toca mencionar lo que se ha descubierto en nuestra mente, nuestro comportamiento, actitud y momento de nuestra vida. Es natural que seamos niños, adolescentes, jóvenes, adultos y mayores de edad o “viejos”, que según mi abuela “viejos son los trapos, ella es “joven, sana fuerte y feliz” pero hay cosas que debemos saber.
Un estudio neurológico y la vejez ha encontrado que “El cerebro desafiante en la vejez puede reducir el riesgo de demencia”.
Una mentalidad o cerebro desafiante consiste en hacer actividades como usar la computadora, escribir un diario o hacer viajes fuera de su espacio habitual y conocer nuevas costumbres , cultura y gente sin miedo a lo que le pueda ocurrir más sin dejar de tener cuidado con lo que haga o le propongan hacer.
Participar en actividades como el ajedrez, escribir un diario o clases educativas en la vejez puede ayudar a reducir el riesgo de demencia que es la pérdida de la capacidad de pensar, recordar y razonar a niveles tales que cancelar la vida y las actividades diarias, haciéndose encerrar en un espacio y “viviendo” o intentar hacerlo en condiciones de hacinamiento y olvido social. Todo eso que no ayuda a construir nada sino destruye la posibilidad de seguir viviendo en paz, sin preocupación o molestias en o fuera de nuestro cuerpo que nos impidan movernos o pensar bien en maniobras que deseemos expresar con razón y en un lenguaje que sea entendido por nuestro entorno.
Cuidar de los procesos y consecuencias
El mismo que debe entender los cambios que se dan en la vida de una abuela, padre, madre, tío o conocido septuagenario , octogenario o nonagenario, que tiene en su mente además de dolores de cabeza y preocupaciones por la generación de personas que los siguen, experiencias y conocimientos que valen la pena escuchar y aprehender para entender nuestro hoy comparándolo con lo que ha sido el ayer que debemos considerarlo inutil, viejo o descartable o ineficaz o inservible.
No podemos dejar de lado, sin atención o cuidado a nuestros padres, abuelos o conocidos que han llegado o se van haciendo mayores de edad, que al estar allí o yendo camino a ese punto en sus vidas pueden estar más frágiles, más todavía existen, pueden ver, escuchar, sentir, moverse y pensar quizá no cómo la “loca” juventud más si reflexionan cómo todo ser humano normal y sobre todo cómo el que tiene tiempo y experiencias que quizá no sean similares a generaciones posteriores a las de ellos pero nunca está demás visitar, hablar y motivar a nuestros mayores a participar en actividades sanas, seguras y controladas sobre todo para evitar que se desarrollen conflictos en su interior cómo es la demencia cenil.