- El reproche. El tiempo nunca alcanza en política para cumplir las promesas. Promesas que se hicieron al calor de una campaña o desde la arrogancia del poder. Promesas que se hicieron a los aliados y a los familiares. Promesas incumplidas a los amigos. Pero al final del poder, llega la cuenta de todos ellos. Y nunca hay como pagarla. El político entonces, solo escuchará reproches. Reclamos airados, públicos y soterrados. Reproches de los que no podrá ya defenderse, pues el poder se ha ido.
- La burla. Es una de las principales reacciones de la gente cuando el político ya no tiene el poder. Dijo Alfonso Reyes que la historia reciente es la más impopular. Y tenía razón. La gente suele divertirse mucho, con cierto placer y sadismo, con los políticos que han dejado o perdido el poder. Más en este mundo en donde los memes gobiernan la opinión pública. La burla es uno de las cosas que todo el político habrá de sufrir siempre.
- La venganza. Dice el refrán popular que en política, la venganza es un plato que se come frío. Pero también caliente. Cuando se ejerce el poder se afecta a muchos. Premeditadamente o sin conciencia de ello. Eso es lo que menos importa para el que espera vengarse del político cuando ya no esté en el cargo. Mucho sufre el político de las venganzas de los que afectó, con sus acciones cuando era poderoso y creía poder afectar sin recibir respuestas.
- El rencor. Es un padecimiento que no duerme. Y generalmente no disminuye. Hay diversos rencores que provoca un político. Rencor por traicionar a sus aliados. Rencor por olvidar a los amigos y a la familia. Rencor por despreciar a su partido. Rencor por disfrutar las mieles del poder sin compartirlo. Rencor por el mal trato a sus colaboradores.
- La ingratitud. La ingratitud es el olvido a los favores recibidos. A la lealtad. Es un boleto de ida y vuelta en la política. Ingrato es el político con los que lo ayudaron a llegar al poder, e ingratos terminan siendo con él, a los que el político benefició cuando tuvo el poder. La ingratitud es la actitud que más duele. Es una traición a la confianza y a la lealtad. Es uno de los sótanos de la condición humana. No hay político que no sea víctima de la ingratitud, de los que ayudó.
- El olvido. El político no cae en la cuenta que su fama y poder dura lo que dura el cargo. Cuando el poder se va, deja de sonar el teléfono. Los mensajes se dejan en visto. Ya no hay más invitaciones a banquetes ni entrevistas. El político finalmente cae en el olvido de la gente. Y solo es referencia para la burla y el desprecio. Nada duele más a un político, que el olvido de la gente. El que ya no se le procure como antes.
- El desprecio. La gente le gusta venerar al que tiene poder y fama. Le rinde pleitesía y lo eleva al cielo. La gente encumbra y hunde. La gente hace volar al político para luego dejarlo caer sin misericordia. Le hace creer que es inmortal, para luego hundirlo con su desprecio. Hay políticos que se acostumbran a ser queridos, pero nadie escapa del desprecio cuando ya no se tiene el poder. El desprecio es una de las venganzas favoritas del pueblo.
Culiacán, Sinaloa, miércoles 19 de julio de 2023. Twitter @guadalupe2003