En realidad, pone en riesgo los liderazgos y las responsabilidades ante los futuros resultados. Hoy, el Poder Ejecutivo tiene a su favor la mayoría simple en la Cámara de Senadores y Diputados. ¿Cuál será la excusa ante un eventual fracaso en las políticas económicas?
Si tengo un poder casi absoluto para implementar políticas públicas que mejoren el acceso a la salud y educación, ¿Qué puede evitar que se traten de implementar programas, proyectos y acciones concretas que permitan mostrar resultados rápidos que no se reflejen solamente en los números macro?
No sirve de nada hablar de una inflación reducida y un crecimiento de la economía local si esto no se refleja en el poder adquisitivo de la ciudadanía.
El próximo gobierno tiene todo el poder para plantear soluciones concretas a la mala atención en el IPS, la falta de medicamentos e infraestructura en hospitales públicos.
¿Cuál será la excusa cuando no lleguen los kits escolares a tiempo? ¿Cómo se plantea que esos más de 450 mil niños y niñas que hoy están fuera del sistema escolar se integren?
Esta nueva administración tiene en ese «copamiento» la gran posibilidad de hacer historia, de dar un gran salto que coloque a Paraguay entre los primeros lugares del Índice de Desarrollo Humano.
Ese «copamiento» además forja una posibilidad para la oposición, que deberá no solo velar por el cumplimiento de lo que dicta la constitución, sino que también tendrá que ser un veedor constante del gasto público, un contralor que evite que grupos financieros pongan en riesgo las empresas e instituciones públicas y los servicios que son para todos los paraguayos.
¿Estará la oposición a la altura de hacer una crítica constructiva? ¿Existe la suficiente participación ciudadana que permita organizarse para acompañar los reclamos cuando quede en vitrina un trabajo poco satisfactorio de las próximas autoridades?