No hay mucho que buscar, investigar o estudiar acerca del dolor por ser una sensación que existe desde la concepción y nos acompaña hasta morir en todas sus presentaciones; físico, psicológico y espiritual. Una sensación primitiva que no solo lastima sino sirve para educar y aprender si es utilizado a tiempo y de manera regulada cualquier castigo que implique tener dolor.
Byung-Chul Han es un filósofo surcoreano que vive en Alemania desde donde dedica su tiempo a filosofar sobre muchos temas actuales cómo las redes sociales de las que dice que “el smartphone es hoy un lugar de trabajo digital o bien un confesionario digital” y extrae por las publicaciones del usuario información que luego son usadas por compañías para desarrollar campañas de marketing de productos en desarrollo. Su teoría es que somos espías de nosotros mismos al servicio de otros intereses que reciben información gratuita que proveemos.
También dedicó parte de su tiempo para evaluar el dolor y cómo este en nuestros tiempos ha perdido su peso, efecto y utilidad. Cómo “el ser feliz” borra todo el peso que tiene o debe tener el dolor para la formación y/o corrección de la sociedad, claro como ilusión.
El filósofo dice que los espacios disciplinarios son sustituidos por zonas de bienestar. El dolor pierde toda referencia al poder y al dominio. Se despolitiza y pasa a convertirse en un asunto médico. En otras palabras nos volvemos ligeros y dependemos de referencias cómo los derechos humanos, y varias referencias normativas que defienden a niños, jóvenes y personas que se consideran diferentes a la gente en general.
Amo y esclavo de uno mismo
En su reflexión acerca del dolor también hallamos también que “en la época posindustrial y posheroica el cuerpo no es avanzadilla ni medio de producción. A diferencia del cuerpo disciplinado, el cuerpo hedonista, que se gusta y se disfruta a sí mismo sin orientarse de ninguna manera a un fin superior, desarrolla una postura de rechazo hacia el dolor. Le parece que el dolor carece por completo de sentido y de utilidad”.
Han sostiene que el neoliberalismo al haber hecho del trabajador un empleador de sí mismo, hace que éste se autoexplote; se someta a sí mismo al nuevo régimen de dominación instaurado por el neoliberalismo. Por ello, dice que “cada uno es amo y esclavo en una persona. Entre otras ideas que se encuentran abiertas y disponibles para cualquier curioso en la red, que solo toma el sencillo pasó de copiar el nombre de Byung-Chul Han y pegarlo en cualquier buscador que sin dolor les expondrá sus trabajos.
Dando mayor utilidad a sus dispositivos que no siempre tienen que hacerles perder el tiempo o ser dominados por una pantalla que puede servirles o servirse de ustedes, dependiendo el fin de cada uno con su “espejo negro” o black mirror que puede reflejar un rostro satisfecho y agradecido por haber reunido un importante número de “likes” o retweets” o por realmente haber aprendido, desarrollado, o concluido algo sin terminar siendo usados por redes sociales que enredan y hacen padecer el dolor de haber perdido el tiempo en tonterías que no dan alegrías reales sino virtuales y fugaces.
Estas cosas son capaces de sorprender y maravillar por un breve periodo de tiempo pero no tiene la presencia, trascendencia ni perduración en nuestra vida cómo lo aprendido con esfuerzo y sacrificio.
Buscando motivadores
Los que salen al escenario ya no son los revolucionarios, sino unos entrenadores motivacionales que se encargan de que no aflore el descontento, y mucho menos el enojo: «En vísperas de la crisis económica mundial de los años veinte, con sus extremas contradicciones sociales, había muchos representantes de trabajadores y activistas radicales que denunciaban los excesos de los ricos y la miseria de los pobres. Frente a eso, en el siglo XXI una camada muy distinta y mucho más numerosa de ideólogos propagaba lo contrario: que en nuestra sociedad profundamente desigual todo estaría en orden y que a todo aquel que se esforzara le iría muchísimo mejor.
Los motivadores y otros representantes del pensamiento positivo traían una buena nueva para las personas que, a causa de las permanentes convulsiones del mercado laboral, se hallaban al borde de la ruina económica: dad la bienvenida a todo cambio, por mucho que asuste, vedlo como una oportunidad».
Buscando nuevas realidades
Lo anterior forma parte de la reflexión del coreano que a su vez nos enseña el poder del pensar, reflexionar y dar uso de nuestra mente para provocar a otras para juntos construir desde proyectos comunitarios de limpieza u orden hasta sistemas de seguridad y/o protección en el barrio que puede ser víctima del dolor por la pérdida de un miembro de la comunidad. Aunque dicha experiencia enseñe el valor de que cuidarnos es una forma de cuidarse a uno mismo.
Añade también que el dispositivo de felicidad aísla a los hombres y conduce a una despolitización de la sociedad y a una pérdida de la solidaridad. Un punto muy importante a tener en cuenta porque la solidaridad sirve mucho y es todo en grupos comunitarios.
Porque la solidaridad es empeñarse en el bien común, pensar que todos somos responsables de todos. Cómo nos enseñan deportes colectivos cómo el fútbol, que cómo todo deporte tiene sus malos momentos de lesiones, pérdidas o dolores que deben ser tomados no cómo el fin de la vida sino cómo una lección en el viaje de la vida para corregir actitudes, maniobras o lo que pudo haber ocasionado el problema.
La felicidad pasa a ser un asunto privado. También el sufrimiento se interpreta como resultado del propio fracaso. Por eso, en lugar de revolución lo que hay es depresión que no sirve para evolucionar, evolucionar, avanzar. cambiar condiciones a las que nos haya llevado el dolor por el vivir animado y motivado por animar a otra gente y su entorno