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El gran reto pendiente del Fútbol Club Barcelona: el Compliance

El fútbol es mucho más que un deporte: se ha convertido en una industria que debe ser regulada y gestionada siguiendo estándares y protocolos de buenas prácticas corporativas.

El reciente caso del Fútbol Club Barcelona es un excelente botón de muestra de lo que es el Compliance para muchos directivos: se trata de una camisa de fuerza que impide a los órganos de dirección y gestión actuar con total libertad para maximizar beneficios o favorecer intereses particulares, perdiendo de vista el bien global de la institución.

Así parece que piensan la mayoría de las juntas directivas del Barcelona que han dirigido el Club en los últimos años: no creen de verdad en la finalidad del Compliance, que es la de crear una cultura ética en el Club con el objetivo final primordial de garantizar que la entidad tenga una productiva, eficiente, rentable, sostenible y exitosa vida.

La prueba más fuerte de ello tuvo lugar el 5 de junio de 2020, cuando la entonces junta directiva suspendió de empleo y sueldo a Noelia Romero, Compliance Officer del Club, para ser finalmente despedida casi un mes después, el 9 de julio. El entonces presidente del Club, Josep María Bartomeu, no le perdonó el hecho de que ella hubiera iniciado una investigación interna paralela a la que estaba realizando PWC (PricewaterhouseCoopers) en relación al “Barçagate”, el escándalo relacionado con la sociedad I3 Ventures que, supuestamente, tenía el cometido de realizar campañas de presión y desprestigio contra personajes, instituciones y entidades no afines a la junta directiva del Club. Haciendo honor a las funciones de su cargo, Noelia Romero informó a los 14 miembros de la junta directiva de los resultados de su investigación. Pero de ninguno de ellos recibió respuesta, comentarios o preguntas.

Pero no solo la junta directiva de Bartomeu adolece de falta de criterio. También la actual presidida por Joan Laporta, quien hizo cambiar los estatutos del Club para poder emplear a un familiar, ha sido incapaz de cambiar la actitud con Noelia Romero y, en consecuencia, llegar a un razonable acuerdo respecto al bonus anual (22.000 euros) al que ella tenía derecho. Sin embargo, pocos días antes de la Navidad, la Justicia española dio la razón a Noelia Romero, quien ganó así su tercer juicio al Futbol Club Barcelona. Sin conocer, como es lógico, todos los detalles del caso, lamentamos profundamente que un Club tan importante para la historia del fútbol, como es el Barcelona de España, siga emprendiendo batallas en los juzgados que denotan una lamentable ausencia de señorío y criterio ético.

El fútbol necesita de un liderazgo que priorice los criterios de transparencia, integridad y responsabilidad, sancionando con las más duras penas a los directivos y gerentes que ejerzan cualquier tipo de ataque contra la autonomía, la independencia y la imparcialidad de los compliance officers: este es el gran reto, por encima del deportivo. Junto al de saber pedir perdón a quien ha sido maltratado, y pagarle, en consecuencia, lo que es debido. Penosas miserias del alma humana, con sello catalán, parecen haberse instalado en las más altas esferas del Fútbol Club Barcelona desde hace tiempo.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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