Con gran despliegue de cámaras, luces y reporteros, militares y policías lograron la increíble hazaña de capturar 6.000 kilos de pollo introducido de contrabando por Ciudad del Este pero que en realidad son productos de origen argentino. Como golpe de efecto antes de las fiestas de fin de año, el despliegue de fotos y de coberturas es desmesurado con relación al “logro” de la maquinaria policial-militar.
La captura significa apenas el 0,03% del contrabando que anualmente castiga al sector avícola paraguayo que soporta al año una invasión de casi 20.000 toneladas de pollo de origen argentino mientras entre el año pasado y lo que va del presente, ya cerraron unas 30 granjas avícolas a causa del contrabando masivo de huevos.
La historia se repite hasta el infinito. Una combinación de precios bajos en Argentina y la absoluta falta de controles en las fronteras determinan que la plaza se llene de productos que se ofertan a un costo bastante más bajo que el de origen local.
Un tercer elemento atentatorio contra la industria local es el encarecimiento paulatino de los productos balanceados a causa de la sequía que ha hecho escasear la materia prima para su elaboración y disparado sus costos.
Esta triple combinación, contrabando, controles fronterizos inexistentes y encarecimiento de insumos ha hecho atravesar a los avicultores un 2022 de negros pronósticos. Muchos de ellos se han descapitalizado por la inundación de productos argentinos.
Así, una industria que había logrado desarrollarse vigorosamente acompañando un mercado en constante crecimiento está enfrentando factores que van más allá de los avatares del clima o del mercado cambiante. Es víctima, fundamentalmente, de la inopia y la complicidad de los funcionarios de frontera muchos de los cuales acumulan fortunas favoreciendo el contrabando sin que les importe el enorme daño que causan a la economía del país.
Este es un débito más cargable a un Gobierno al que no le mueve una pestaña ver cómo sectores enteros de la economía – fruticultores, horticultores, avicultores y hasta ganaderos de pequeño porte- se hunden a causa de un contrabando descontrolado que llena las calles de productos que, en el caso del sector avícola, nunca se sabrá si han conservado o no la cadena de frío que previene la introducción de bacterias y enfermedades.
Es en el contrabando en donde el país muestra su faz tercermundista más deprimente.
