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Fútbol y política

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Hasta el mediodía de ayer, la pregunta en la city porteña era si la caravana que llevaba al equipo ganador del mundial de fútbol 2022 pasaría o no por la Casa Rosada. Esa era la máxima preocupación del Gobierno argentino. No la inflación del 92%, ni el peso que el Banco Central imprime como volantes de feria, ni la pobreza que ronda del 40%, ni el paro de la industria que no puede importar insumos por falta de dólares, ni cómo hará Hacienda para respaldar los 24 millones de cheques de subsidios que esperan otros tantos argentinos. No.

La cuestión era si Messi y la Copa iban a aparecer en el mismo balcón desde donde Perón “galvanizaba” a las masas o desde donde Cristina Kirchner, en sus días estelares de Presidenta efectiva de la Nación, realizaba sus pasos de comedia con sus teloneros cantando “Cristina corazón, aquí están los pibes para la liberación”.

El Presidente Alberto Fernández debe haber soñado con reeditar el monstruoso caos vivido hace dos años cuando el féretro con los restos de Maradona fue llevado a la Casa Rosada provocando un aluvión de devotos mientras Fernández, en patético cuán inútil intento, buscaba ordenar a la muchedumbre vociferando desde un megáfono con su vocecilla de falsete.

El problema es que casi nadie, entre los 26 miembros de la selección empezando por el propio Messi, quería saber nada de la Casa Rosada. Lo demostraron todos al bajar del avión que los trajo de Qatar. Al pie de la escalerilla estaba, en primer puesto, el ministro del Interior argentino -una especie de alargue capilar de Cristina Kirchner- vistiendo su mejor sonrisa de bienvenida. El primero en bajar fue Messi que pasó a su lado como si fuera una plantera así como frente a la fila de funcionarios que esperaban siquiera rozar la mano del ídolo. El mensaje fue directo y sin filtro. 

Los muchachos venían agotados tras 21 horas de vuelo desde Doha incluyendo una escala en Roma. Les esperaba una peregrinación de quien sabe cuántas horas a bordo de los buses descapotables que debían recorrer no menos de 150 kilómetros para que el sendero de adoración incluyera un máximo de devotos, trámite inevitable porque de allí saldrán horas de documentales históricos, cortos promocionales, marketing, etc. Mucho estrés… y encima la Casa Rosada, con el peligro de que se les adhiriera como una ventosa un presidente adicto al abrazo compulsivo y besuqueiro.

¿No sería demasiado?    

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.
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