El perder, fracasar, naufragar, desorientarse es siempre incómodo tanto en deporte o cualquier competencia que no sólo tenga a atletas, políticos, empresarios o contendientes que pujen por un lugar de privilegio. A veces también afecta a los seguidores que al no lograr ver a su club o candidato victorioso reaccionan a veces de forma equivocada con violencia, sin razón o actuando mal afectando la libertad, salud y hasta vida de terceros.
En Brasil ahora levantan su voz quejándose por lo fueron las protestas de seguidores de Bolsonaro que se niegan a aceptar su derrota, cerrando vías de tránsito, haciendo ruido y congregando en espacios públicos haciendo difícil el tránsito y la jornada normal del ciudadano que no comparte con ellos su interés y hasta ficción por sus líderes.
El terminar una competencia mal no es del agrado del competidor, su equipo o seguidores que toman cómo suya la derrota y terminan organizándose para reaccionar frustrados, enojados y molestos por el simple hecho de no haberles gustado el resultado justo de una competencia que fue llevada adelante con justicia. Una en la que el ganador justo para algunos e injusto para otros es Lula Da Silva. Que vuelve a presidir un gran país sudamericano después de su trabajo hace 11 años atrás.
Aceptar el mandato del pueblo
Ahora vuelve al palacio presidencial brasileño desde el 1 de enero próximo para intentar empezar y sostener programas gubernamentales para el ciudadano que desea una mejor vida en su país que tiene mucho y quizá todo para no hacer que este migre a otro lugar buscando lo que no encuentra en casa. Es una habitual actitud del perdedor en un mundo de mucha migración constante por disidencia política, problemas económicos, desastres naturales, guerras y sobre todo el no entender que en cualquier competencia se pierde y gana más si no se perdió la vida y salud, hay chances de repetir la contienda y ver y evaluar bien los resultados. Así cómo serán justipreciados los trabajos hechos por el ganador en la competencia y función cómo deportista o político.
La verdad es que en las recientes elecciones presidenciales brasileñas ha perdido el ex presidente Jair Bolsonaro y ganado el ex presidente Lula da Silva.
Esto puede o no puede gustar a algunos en Brasil o el mundo, más la verdad es que tendremos al representante del PT hasta el 2026. Una realidad y verdad inmutable confirmada y aceptada por las autoridades cómo la misma población que ha elegido y ya tiene a su nuevo presidente para que en el tiempo que le toque trabajar cumpla con las propuestas promovidas en su campaña.