Una de las últimas ofertas para unir Asunción-Ypacaraí con un tren ligero de cercanía presentaba un costo que oscilaba -poniendo a un lado los numerosos puntos oscuros que suelen manejarse en este tipo de proyectos- entre los US$ 636 y 876 millones.
El proyecto era de factura coreana e involucraba la integración de una asociación público privada con todas sus aristas de alta complejidad. Sin embargo, vale la pena poner atención en las características de la propuesta que contenía dos variables. Una, un tren de superficie y la otra, un tren elevado.
El plan está estructurado en dos etapas: la primera, que uniría el centro de Asunción con Luque; la segunda, esta ciudad con Ypacaraí. El formato es interesante a partir de un factor condicionante para nada menor y que es el hecho de que la antigua franja de dominio del Ferrocarril del Paraguay S.A. está en gran medida ocluida por ocupantes de hecho.
En un país en donde el cumplimiento de la ley es más que problemático, es fácil imaginar el festival que harán los bufetes de abogados animando a los invasores a exigir gruesas indemnizaciones por liberar un terreno que siempre perteneció al ferrocarril, nunca a los usurpadores.
Sería interesante considerar la posibilidad de que dicho tren liviano corra en formato elevado, al menos en el tramo Asunción Luque, el de mayor tráfico de pasajeros y a lo largo de avenidas como Artigas, Transchaco y luego sobre los tramos del ferrocarril que aún están razonablemente liberados.
Corresponde a los equipos de trabajo hacer un cálculo costo beneficio entre la inversión para un tren de este tipo y el monto general de indemnizaciones que el Estado debería afrontar. Además, al correr sobre avenidas troncales, las estaciones facilitarían la interconexión con la red existente de ómnibus urbanos. Es una idea, nada más, teniendo a la vista ejemplos como los de Ciudad de México, Guadalajara, Bogotá, Medellín, Río de Janeiro y otras ciudades del continente que disponen de toda clase de soluciones de transporte masivo de pasajeros, entre ellas, el tren ligero elevado.
Paraguay es el último rincón del continente que carece de algo siquiera parecido a un tren de cercanía, metrobús, teleférico o cualquier fórmula que ofrezca un servicio de transporte digno y eficiente al ciudadano. Vivimos, en términos comparativos, en la era del tranvía a mulas, aunque duela decirlo.