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Siete prejuicios del político

Por Guadalupe Robles

1. Prejuicio político. El político en el fondo, se avergüenza de ser político. Y es que la política siempre ha tenido poco prestigio social. Es la profesión favorita de las malas calificaciones en las encuestas. La favorita de las malas conversaciones. Por eso usted siempre busca disfrazar su profesión. Dice no ser político, aunque evidentemente lo sea.

2. Prejuicio empresarial. Usted tiene el prejuicio de que todos los empresarios son ricos y por lo tanto son seres privilegiados. Que se aprovechan de los demás. Y por eso los combate. O los tolera hipócritamente. El prejuicio entre el político y el empresario es recíproco. E histórico. El empresario piensa que el político vive de sus impuestos, y por eso siempre habla mal de él. El político a su vez, piensa para sí: “Tú tienes el dinero, pero yo tengo el poder. Aun con tu dinero, soy más que tú»

3. Prejuicio periodístico. El periodismo suele ser el espejo del político. Espejo en el que no gusta verse. Por eso el político siempre desconfía del periodismo. Lo navega, pero nunca lo acepta. Lo justifica en su discurso aunque su cara diga lo contrario. El periodismo incomoda al poder. Por eso el político ve en el periodismo confabulaciones e intrigas. Amenazas y complots de sus enemigos.

4. Prejuicio de partido. Todo político desconfía de su propio partido. Y es que ahí están los verdaderos enemigos. Los enemigos soterrados. Los que no dan la cara o la dan de manera amable y falsa. Es natural: todos buscan lo mismo y no hay para todos. Cuando el militante no está en un cargo de poder, el partido es injusto, torpe y sin imaginación. Los partidos son la mayor prueba para cualquier político. Si resisten sus pugnas internas, sus golpes bajos, entonces se está preparado para la política.

5. Prejuicio académico. Si el político no viene del mundo académico, siempre sentirá animadversión hacia él. Si no estudió en alguna universidad de renombre, siempre denostará a los académicos e implantará programas educativos acordes a su origen. Les dirá a los académicos que están encerrados en sus cubículos, fuera de la realidad, alejados del mundo.

6. Prejuicio del presente. El político idealiza el pasado y pone su fe en el futuro. Rehúye al presente porque el presente exige respuestas y no recuerdos o promesas. Por eso el político habla de que hubo un pasado glorioso de héroes inmaculados y brillantes. El presente por el contrario es penuria. Y el futuro, fe. Solo fe.

7. Prejuicio de clase. Es el prejuicio más difícil de superar. La política no cura el pasado. Ni las heridas del alma. El poder transforma los complejos en resentimiento. Y en sed de venganza. La condición humana nunca renuncia a lo que fue. Podrá venir el éxito y la fama pero nunca se irá de usted la cuna en que nació.

 

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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