El expresidente de Colombia hizo, en un foro económico, un descubrimiento sorprendente: dijo que el Paraguay es uno de los países con mayor potencial de desarrollo económico sin explotar. Si alguien donara sólo US$10 al Tesoro Público cada vez que se dice algo así, hoy Paraguay desbordaría de divisas.
Somos, qué duda cabe, el país de los potenciales. En los años 70 del siglo pasado, un militar retirado abogaba por la producción de alcohol a partir de la mandioca, trayendo experiencias de Brasil, India y otros grandes productores del tubérculo.
El potencial es enorme, insistía aquel pionero, teniendo en cuenta que la mandioca está en el ADN del paraguayo y la cultiva con los ojos cerrados. Sin embargo, las estadísticas de producción de alcohol combustible dicen que las dos empresas mayores (Petropar e Inpasa) lo elaboran en base a caña de azúcar, maíz y sorgo.
Por ahora, el alcohol de mandioca debe seguir habitando el mundo de los potenciales. Ah, y un agregado más en esta línea. Siempre se sostuvo que la producción de caña de azúcar podría rendir entre 100 y 120 toneladas por hectárea. Pero como no pasamos de 50, hay un potencial de crecimiento de casi el 100%, que por ahora sigue en el reino de las hipótesis.
Pero hay más. Alguien dijo, no hace mucho, que hay potencial para hacer crecer el cultivo del algodón hasta el millón de hectáreas en el Chaco. Este sería un caso de colección, ya que el algodón se movió en su tiempo en el terreno real y no de las teorías. En 1990 el país alcanzó un pico de producción cubriendo 430.000 hectáreas y logrando exportar 231.677 toneladas de fibra por valor de US$ 333 millones.
Aquel fue el clímax de la producción en formato familiar campesino con un limitadísimo margen de rentabilidad. El sistema colapsó y más de 200.000 productores en mini fincas quedaron en el garete. Hoy, el potencial está en otra parte, en la producción mecanizada, la siembra directa y el algodón transgénico.
Teníamos gran potencial para producir mármol de muy buena calidad en Valle Mí. Pero prefirió volarlo con dinamita para fabricar cemento. Ahora hablamos del gran potencial para generar energía eólica y fotovoltaica. Salvo las experiencias individuales de muchos emprendimientos agroganaderos en el Chaco, ese rubro no pasa del terreno de la teoría y de las instalaciones experimentales.
O sea, del mundo potencial.