La Municipalidad y la SNC incapaces de detener un crimen patrimonial
“El patrimonio cultural del Paraguay se encuentra constituido por los bienes muebles e inmuebles, materiales e inmateriales, ambientales y construidos, seglares o eclesiásticos, públicos o privados, en cuanto resulten relevantes para la cultura…”
Esta definición ha quedado establecida en la ley 5.621 de 2016. Su autoridad de aplicación es la Secretaría Nacional de Cultura que está investida de autoridad y respaldo institucional suficiente ya que la ley, según se consigna en los considerandos previos a su sanción, “salvó la omisión que presentaba la anterior, en cuanto carecía de un régimen efectivo de sanciones relativas al incumplimiento de sus preceptos”. Ese marco hoy existe. Por ejemplo, para tocar un edificio considerado patrimonio cultural es necesario contar con una autorización previa de la SNC, según establece el articulo 21 de la ley vigente. Sin embargo, suman y siguen los atentados contra el patrimonio edilicio.
Por ejemplo, la casona conocida como Molino San José está cayendo bajo la piqueta de demolición mientras instituciones como la Municipalidad de Asunción, la SNC y el Tribunal de Cuentas se pasan la pelota en un cruce de comunicaciones que no aclara nada. En definitiva, el edificio de las calles Artigas y General Santos, ¿forma parte o no, oficialmente, del patrimonio cultural del Paraguay? Si es así, quienes ordenaron su demolición podrían enfrentar una multa de hasta 280 millones de guaraníes (2.000 jornales mínimos) y un proceso penal con una expectativa de tres a 10 años de cárcel. ¿Sabe eso la empresa a la que se encargó borrar del mapa a este edificio de indudable valor estético y posiblemente patrimonial?
La antigua estructura está ubicada sobre uno de los principales ejes históricos de la ciudad, el que corre a lo largo del ferrocarril Carlos Antonio López, que hasta mediados del siglo XX era el sistema de transporte por excelencia y, en consecuencia, concentraba una intensa actividad comercial. Una serie de construcciones similares se alinean sobre las arterias aledañas hasta llegar al centro de Asunción.
Tanto la Municipalidad como la SNC se escudan en actitudes leguleyas y de burocracia estéril, para justificar otro atentado contra el patrimonio edilicio capitalino. Harían bien en parar la pelota y evitar que otra pequeña joya histórica termine convirtiéndose en una maloliente estación de servicio más.
