Los nicaragüenses, rodando de tiranía en tiranía
El 17 de julio de 1979 los nicaragüenses lo vivieron con júbilo. Ese día, Anastasio Somoza Debayle abandonaba Nicaragua tras 10 años de gobierno dictatorial. Daniel Ortega fue el artífice principal de este derrumbe, al encabezar el Frente Sandinista de Liberación Nacional. Lo que tendemos a olvidar es que Ortega ya lleva en el poder casi el triple del tiempo que Somoza tiranizó Nicaragua.
¿Y entonces?
De los 43 años que transcurrieron desde la caída de Somoza, en sólo 17 Nicaragua fue gobernada por una alianza opositora, fundamentalmente por el Partido Liberal Constitucionalista de orientación liberal aunque conservador y nacionalista.
Los otros 26 años son de hegemonía totalmente orteguista, con un tercer periodo que se inició en 2007 y que seguirá hasta 2027 tras ganar unas elecciones que el mundo entero calificó de fraudulentas. Ortega comparte el poder con su esposa Rosario Murillo, denunciada por Amnesty International por sus permanentes incitaciones a “atacar, estigmatizar y criminalizar a los ciudadanos que valientemente se han manifestado en las calles”.
En los últimos 13 años, Ortega ordenó el cierre de 20 diarios, radios y canales de televisión, 12 de ellos tras las revueltas callejeras de 2018. Para asegurarse su quinto mandato, Ortega hizo apresar en 2021 a tres líderes opositores que pretendían disputarle la presidencia en las elecciones de ese año. Arturo Cruz, Félix Maradiaga y Juan Sebastián Chamorro, purgan, tras juicio sumarísimo, una condena a 13 años de cárcel.
No satisfecho con este tobogán de violaciones de derechos humanos y de garantías constitucionales, Ortega acaba de perpetrar lo que ni Alfredo Stroessner se animó a hacer en sus días: apresar a un obispo de la Iglesia Católica, monseñor Rolando Alvarez, por el supuesto delito de “persistir en actividades desestabilizadoras y provocadoras”.
El operativo se hizo al estilo de las tiranías, es decir, atropellando la residencia del prelado a las 03.20 de la mañana del viernes 19 pasado. Con él fueron apresadas otras personas, confinadas en la cárcel del Chipote, en Managua.
Curas perseguidos, políticos encarcelados, medios de comunicación clausurados y el derecho a la protesta pública cancelado. Y un autócrata que se eterniza en el poder.
¿Qué les queda, a los nicaragüenses, de aquel amanecer de júbilo el 17 de julio de 1979?
