- Analice a su jefe. Un asesor tiene que saber para el jefe que trabaja. Cuáles son sus virtudes, debilidades y manías. Póngalo en su justa dimensión. No lo idolatre, pero siempre respételo. Usted está ahí para ayudarlo a tomar decisiones, no para dictarle lo que debe hacer.
- Sea discreto. Usted se enterará de muchas cosas. Sabrá de los titubeos, miedos y debilidades del político. No ostente que usted lo conoce mejor que nadie. Trabaje en la sombra: el mejor asesor es el que no se ve. Guarde discreción para la información que le confiaron. Sea ético y derecho en ese terreno. Eso lo mide como persona y como profesional.
- Tenga la piel dura. No siempre su oficio será valorado. Hay jefes que inclusive quieren ocultar el trabajo de sus asesores. O se burlan de ellos. Generalmente los políticos que hacen eso, son los menos preparados. Usted tendrá que lidiar también con la arrogancia y mal genio de su jefe. También con su necedad. Pero respétele su intuición política: cuenta mucho en las decisiones. No se crea más que su jefe. Tome muy en cuenta esto, o no le servirá como asesor. Vea qué le puede aportar a sus virtudes. No le remuela sus errores; de seguro ya lo hicieron sus adversarios y los medios. Usted no está para recriminarle o corregirlo. Con inteligencia prudente, acérquele soluciones, y no evidencie sus yerros. Usted también tiene que ser un motivador: para presiones, el político ya tiene bastantes.
- No le siga la corriente. No subestime a su jefe. No lo adule con torpeza o hipocresía manifiesta. Si bien no debe darle la contra en todo, no le siga la corriente nomás por que sí. Cuando difiera de él, hágalo de una manera sutil e inteligente. Solo como una simple opinión.
- Sepa que usted no es el único asesor. Usted compite con las asesorías de amigos, medios, adversarios y familiares que a todas horas le están diciendo al político qué hacer. Eso harta al político. No se una a ese club, pero entérese lo que se dice ahí. Que la información le sirva no para intrigar, sino para bien asesorar a su jefe.
- Manéjese con bajo perfil. Al poderoso no le gusta que sus subalternos tengan poder. Y menos que lo manifiesten públicamente con sus acciones. Recuerde que el poder tiene muchas caras, y a veces el poder de un asesor que no se ve, es el verdadero poder.