Seguimos habitando en la Edad Media de la electricidad
Un reciente estudio indica que el flujo de inversión extranjera directa depende, entre otros factores, de la disponibilidad de infraestructura. Hay que revisar este concepto porque si bien una red vial desarrollada facilita muchos procesos, hay otros aspectos que también condicionan el desembarco de capitales de inversión.
Sin duda, la pata vial de la infraestructura terrestre ha experimentado un avance considerable en los últimos años. Nos movemos mejor en lo interno y respiramos un poco más aliviados hacia el exterior, sobre todo, a partir del corredor bioceánico que promete inyectar un movimiento considerable de transito de cargas, demanda de servicios vinculados y atractivos para el turismo receptivo.
Pero si las autopistas son importantes, no lo es menos un servicio actualizado de energía eléctrica. Una red vial queda limitada si no corre paralela a ella una red de distribución y comercialización de electricidad. Somos el único país iberoamericano que sigue cautivo de un monopolio eléctrico anticuado e incapaz de dar respuestas rápidas y eficientes a los distintos tipos de demanda que plantea la economía de hoy.
El usuario hogareño no puede programar el uso de sus electrodomésticos porque está enchufado a una red boba del siglo XIX. El diseño de los servicios de conexión domiciliaria, comercial, industrial, de servicios y entretenimiento requiere hoy una metodología muy avanzada que se sirve de equipos de alta tecnología. No existe un mercado único sino distintos mercados eléctricos operados por empresas privadas que adecuan su oferta a cada necesidad. Es una modalidad que agiliza la prestación del servicio dándole mayor estabilidad, continuidad y permitiendo el ahorro de energía usando aplicaciones on line.
Esto será imposible si antes no se emprende la reforma del sector eléctrico y se crea, como parte de ella, el Ente Regulador de Energía Eléctrica, sistema que funciona hace años en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Portugal, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Paraguay es el único de los 21 países iberoamericanos que no pudo, o no quiso, encarar ni la reforma ni el ente regulador.
Seguimos habitando en la edad media de la electricidad.
¿Será que los 20 están equivocados y sólo nosotros tenemos la verdad?