Historia de vejación y de deshumanización en una profesión que requiere muchísimo de todo lo opuesto.
La denuncia de malos tratos de residentes en los hospitales públicos es una cuestión constante y permanente en una profesión que cada vez más se parece a un campo de concentración para los residentes maltratados por los superiores quienes ya cuando ingresan a la universidad el dan un bautismo en el que piden, los más antiguos, ser denominados “dioses”. Con una cuestión de este tipo, con una mirada poco empática y escasamente humana, es poco probable que nuestros médicos desarrollen empatía y calidez en el trato a sus pacientes.
Estos rituales y esta manera de entender la concepción de la medicina tiene que cambiar, no tiene que ser el maltrato la única norma entre el médico con experiencia y los residentes que están haciendo sus años de especialización. El país requiere profesionales que sean realmente no solo capaces, sino también humanos y cálidos. Si no pueden desarrollarse ninguna de estas virtudes en un ambiente en donde la vejación es la característica reiterada y permanente, muchos los consideran absolutamente naturales en esa etapa de formación.
Cuando el joven acabe su periodo y se convierta en alguien con experiencia volverá a repetir el mismo ciclo del que él había sido víctima. Ahora todavía con mayores responsabilidades por parte de sus jefes que abandonan la operación de una persona que necesita ser apuntada una de las piernas y lo hace de forma equivocada, los residentes que ahora tendrán que argumentar el porqué lo hicieron y porque la institución IPS no había ordenado a que alguien con experiencia realizará la tarea.