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90 años

Una edad es más que solo una cifra cuando te toca muy de cerca con la presencia y existencia de la persona de quien lo festeja. Hace unos días,   participé no de cualquier fiesta de cumpleaños, sino de una en la que la cifra no se encontraba entre la de mis contemporáneos sino una muy separada a la que acostumbro a tener cerca al salir de casa: fue el cumpleaños  número 90 de mi abuela.

Ella nació en el año 1933 en Paraguay en medio de la guerra con Bolivia. Es hija de la guerra y de los conflictos armados. Mi abuela sigue aquí con vida y salud para poder hablar y comunicar sus necesidades, experiencias y anécdotas de su vida que casi llega a ser por la cantidad de tiempo vivido cómo la existencia de 4 generaciones de personas en una sola persona. Petronila Bogado es su nombre, una mujer mayor de edad con el importante registro de vida de haber pasado distintos problemas, desafíos y años que gente cómo ella han logrado alcanzar y que nos enseñan con su ejemplo a cómo enfrentar la vida. 

No se compara nunca el envejecer sanos y lúcidos  como ella para seguir recibiendo en su hogar a la familia y seres queridos de pie y con una sonrisa, que es ya una buena señal que indica que todo está en orden para juntos tener un momento de diálogo, recuerdos, enseñanza y aprendizaje.  Personas  como ella que  siguen con vida transmiten paz y educación cómo lo hacía ella en sus tiempos de maestra en Asunción cómo en Caacupé.

Trabajar como docente y bien recordada es su legado en escuelas y hogares.  Cómo bien me lo apuntó una vez mi señora abuela su mejor escuela fue y es existir en este viaje uno que para mi, hermanos y sobrinos es uno que no sabemos si llegaremos ni siquiera a la mitad de esa cifra. Para algunos ya es un número de años que te vuelve viejo, más cómo dice mi otra abuela que está al borde de ser una nonagenaria también; “viejos son los trapos”, y agarra su escoba y se pone a barrer su patio porque no tolera la suciedad y el desorden. Son modos de vida que deberíamos heredar y practicar.

Agradecidos por la experiencia

Soy un ser humano bendito por tener en vida a personas de edad para poder hablarlas, escuchar y sobre todo aprender de cómo ven o cual es su opinión acerca de temas actuales que a su edad pueden confundir por no tener relación a lo que existía en su juventud cómo los smartphones, internet, delivery. 

Todo lo que para ella fue una novedad en su tiempo cómo el televisor, aire acondicionado y todo lo que forma parte de muchas casas en el país y el mundo hoy lo tomamos como cosas naturales a nuestra condición humana que no podemos imaginarnos como ellos lidiaban sin eso. 

Algunos somos privilegiados porque todavía tenemos  la oportunidad de tener visitas de los abuelos o familiares mayores de edad que aunque presenten dificultades físicas por el desgaste de articulaciones por haberlas usado en tareas exigentes o por ser “achaques del tiempo” si pueden oir, ver, escuchar y responder a cualquier consulta que sirve  para hacer pensar, desarrollar y producir una respuesta cómo sea con tal de que sea entendida por el interlocutor.

Toda madre, abuela y tía son mujeres únicas en las vidas del mundo que hemos crecido y por fortuna lo seguimos haciendo con su compañía. Por eso no tengo otra expresión que no sea “gracias” a mi abuela por continuar con nosotros hablándonos con su tono y palabras sabiamente escogidas para hacer un diálogo delicado con quien le toque hablar.

Continuar la marcha

Personas que tienen el hábito de preguntar la edad de la gente como yo sin lograr hilar con otro tema que dé sentido a la consulta, algo que es siempre apuntado por mi padre quien me pide dejar de querer saber la edad de la gente si no tengo un vínculo con algo para continuar una conversación es interesante en el caso de mi abuelo. Ella nació durante la guerra que tuvo Paraguay con Bolivia por el Chaco o territorio que quedó cómo propiedad de paraguayos. Y es una guerra donde su padre peleó por Paraguay, de la que termina sobreviviendo cómo su hija que sigue en pie con ayuda de un bastón para evitar accidentes desagradables que puedan dejarla en peor estado del que significa ser una persona mayor en un país con grandes dificultades para trasladarse hasta por nuestras veredas o calles que he visto carecen de buena iluminación que para mi un hombre de 30 años me resulta difícil distinguir el camino o lo que tengo frente a mi en el tránsito.

Imagino la dificultad que tendría una persona de edad con dificultades para observar bien conduciendo su vehículo, que aunque mi abuela no conduzca, conozco personas de edad que con voluntad y coraje todavía manejan automóviles. que son herramientas que sirven para mucho más que hacer ruido o jugar carreras para transportar personas, bienes o lo que necesite moverse para llegar bien y completo a cualquier lugar.

Nunca sabemos cuando nuestro viaje en la vida va a acabar y así de repente se dan cumpleaños auténticamente sorprendentes  cómo la edad festejada de mi abuela. A quiénes así cómo a ella saludo y motivo a que continúen sus vidas, estimulando a su vez a sus parientes y conocidos que les acompañen porque son ustedes la razón por la cual estas personas de edad encuentran el porqué existir 24 horas más para poder llegar o no a las 9 décadas de vida.

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