Graves circunstancias nos esperan en el Paraguay mientras no tengamos la posibilidad de construir un intento de soberanía, por lo menos el Paraguay no tiene soberanía del manejo de los medicamentos.
Al no tener una entidad reguladora llamada Dirección Nacional de Vigilancia Sanitaria, que no tiene capacidad para saber si un medicamento pasa o no los requerimientos que tienen que ver con el uso de los mismo por parte de la población paraguaya.
Tampoco tiene fuerza a la hora de sentarse a conversar en torno a los precios de los medicamentos, de seis miembros, cinco representan los intereses del sector privado y uno solo del sector público.
El Estado paraguayo no se encuentra del lado de la gente, ni tiene voluntad ni deseos, que si no hubiera esta crisis no nos hubiéramos enterado de todas estas falencias, debilidades y mala organización del sistema sanitario.
Ya no hablemos de todo lo que significa la construcción de infraestructura y que puedan ser sostenibles en el largo plazo. En el debate sobre los fondos de deuda que son destinados para sostener clientelas políticas y para prebendas, canonjías, se planteó la idea de que esos fondos sean utilizados para otros propósitos, los que defendieron el uso de los mismos con intereses políticos, dijeron que muchas de las terapias intensiva del interior se montaron con esos recursos.
Si esa plata realmente sirve para eso, pues tendría que ir al presupuesto y estar destinado para ese propósito en particular. Pero como el interés no tiene que ver con la cuestión de los intereses de la gente, sino con los intereses sectarios y también con los mecanismos de robo, los fondos de ambas binacionales, Itaipú y Yacyretá seguirán siendo manejados de forma discrecional por los gobiernos de turno.