miércoles, noviembre 12

3×3 (12/11/25)

POR: BENJAMÍN FERNÁNDEZ BOGADO

TRANSPARENCIA DE DISCURSO

Al presidente Peña le piden una serie de cuestiones muy lejanas de su capacidad real. En algún momento el mandatario nos debe decir que él simplemente tiene un mandato delegado y que todo aquello que le solicitan lo tendrían que hacer al gabinete del quincho, liderado por Cartes.

Es ahí donde podrían vetar la ley de acceso a la información pública, que tiene en su correlato de datos personales una manera de acabar con lo que todos repiten como loros: que la transparencia del gobierno es una gran virtud. Bueno, con esta norma que han aprobado diputados y senadores puede acabar todo ello, y el discurso se quedará vacío, en la nada. De hecho, en la semana el ministro de Economía dijo que una de las razones por las que el Paraguay está bien económicamente es porque tiene un gobierno transparente.

La mejor manera de demostrarlo es que el presidente vete lo que han aprobado diputados y senadores con mayoría cartista, y vean si realmente tienen los votos para que el Congreso se ratifique en esa norma, en donde tendremos que pedir permiso a nuestros empleados públicos para que nos cuenten cuánto ganan o cuántos recursos han acumulado durante el tiempo en que han sido servidores públicos. La transparencia no se declama, la transparencia se vive.


OPOSICIÓN UNIDA

Las elecciones en Ciudad del Este han dejado diferentes tipos de interpretación, incluso para la oposición. Eso significa, fundamentalmente, un mandato para buscar la unidad, y para eso deben dialogar hasta que se seque la lengua, hasta alcanzar el consenso que se requiere. Ya se sabe y se conoce que el Partido Colorado, si pretende ganar una elección, tendrá siempre que dividir a la oposición.
Ella ya conoce también, por experiencia propia, que no le alcanza con ir separada, que deben ir juntos. En las últimas elecciones alcanzaron un millón quinientos mil votos frente a un millón trescientos mil de Peña. Esa ya es una indicación muy clara de que, si hubieran ido unidos Alegre y Paraguayo Cubas, los resultados serían diferentes.

Pero para eso se necesita un gran sentido de madurez y una idea de país que se quiere construir. No tiene que quedarse simplemente en elegir un candidato único o una fórmula legislativa común, sino que tiene que existir un plan, un proyecto, una idea de nación diferente a la que estamos teniendo en la actualidad y que es lo que el electorado está cansado y ha votado en Ciudad del Este de manera bastante clara y elocuente. Necesitamos mejorar nuestra economía, nuestra educación, nuestra salud, reformar el Estado, hacer que la justicia realmente funcione, que tengamos un Legislativo creíble.

Todo eso solo se puede hacer cuando se dialoga construyendo un proyecto país a través del cual se encolumnen las voluntades y tenga una alternancia el país que vivimos.


ACOGOTADO POR DEUDAS

Cada vez se conocen más las acreencias del Estado paraguayo con los proveedores.
Estamos hablando de casi 1.300 millones de dólares. Ayer, acosado por los vialeros, el ministro de Economía dijo que va a ir pagando a 40 millones por mes. La cifra que dicen los vialeros se les adeuda es de más de 300 millones de dólares.

Los de Hambre Cero hablan de una cifra de 240 y también los farmacéuticos de 600. Cada vez nuestro Estado demuestra que ya no puede seguir con lo mismo: endeudando al país para cubrir sus acreencias. De cada 100 dólares que pide prestado este gobierno, 70 van para cubrir los bonos y las deudas y para pagar los intereses de las mismas.

Solo el 30% va a los propósitos para los que fueron establecidos dichos préstamos. Si esto no se corrige, el Paraguay va a entrar en algún momento, más pronto que tarde, en default. Ya no le va a poder pagar a los bancos internacionales, y ahí las palmaditas del Fondo Monetario y del Banco Mundial quedarán en la nada, recordándoles que, si no hacen un gran cambio al interior del Estado paraguayo, esto no tiene solución.

Les doy una idea: si dejaran de robar 2.000 millones de dólares por año, tendrían suficiente para pagar las acreencias e incluso para invertir en salud, en educación y en obras viales. Pero para eso hay que cortarse la propia carne.