…empiezan a extender generosos cheques virtuales.
Las caravanas de promeseros no ascienden la loma de Caacupé sino que se desperdigan por barrios, plazas, avenidas y sitios públicos con sus parlanteadas llenas de polcas partidarias, bombitas ochenta por diez, volantitos adornados con caras luqueadas y sonrientes y… promesas, muchas promesas. Este promete solucionar el problema de la basura, aquel otro el tránsito, más allá poner cloacas y por todos lados, augurios de cambios, transformaciones, etc.
Es bueno recordarle a esta cofradía de prometedores compulsivos que son ellos/ellas quienes salen a pedir votos, que se les de “una oportunidad” de demostrar lo buenos que son a la hora de administrar la cosa pública…
Así que mañana, cuando estén entronizados en sus respectivos curules -intendentes o concejales-, harían bien en dar al ciudadano obras y servicios, no excusas. Porque una costumbre muy arraigada en la política de baja calidad es explicar lo que no han podido hacer por “la herencia recibida”. Esto les pasa sobre todo a los intendentes municipales, que tienen poder administrativo para llevar adelante emprendimientos, no así los concejales que por lo general se dedican a la chachara irrelevante y a la venta de votos cuando la ocasión lo amerita.
Cada nuevo intendente estrena su consabido arsenal de justificaciones. “Dejaron una caja defondada” dicen algunos. Otros culpan a su antecesor de llenar el municipio de planilleros y que eso le consume valiosos recursos… para a continuación hacer lo mismo y profundizar el problema.
En fin, sería larguísima la cartelera de excusas. Es entonces cuando el ciudadano se pregunta: Pero cómo, ¿no era que iba a solucionar todos los problemas? Ya sabemos de sobra cuáles son, para que insistir en su enumeración. Lo que queremos es que se arremangue y empiece a trabajar.
Pero la realidad no es así. El promesero lo único que quería era que lo votaran para apoltronarse en el cargo y vivir del Estado él, su familia y su entorno de amigos, que así entienden la política la mayoría de los aventureros que andan vociferando por las calles en tiempo electoral. Dios y la Patria jamás demandan nada a estos oportunistas, incapaces y filibusteros de nuevo cuño, parásitos de un Estado famélico.
En eso confían los promeseros de ahora, listos siempre para emitir cheques virtuales que jamás piensan pagar.