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Una película que denuncia la existencia de una sociedad anestesiada

Uno de los estrenos cinematográficos que ofrece Netflix por estas fechas decembrinas es la película “Don´t Look Up” (No mires arriba), una comedia de ciencia ficción que cuenta la historia de dos astrónomos poco conocidos que descubren la presencia de un cometa que se dirige a la Tierra con un potencial de impacto tan grande que haría desaparecer todo rastro de vida en el planeta. Con un reparto de lujo, liderado por una soberbia actuación de Jennifer Lawrence, con caras tan conocidas como Leonardo DiCaprio, Jonah Hill y Meryl Streep, nos adentramos en una historia con una aterradora hipótesis: la destrucción de la Tierra en menos de seis meses.

La película ha recibido fuertes cuestionamientos por parte de la crítica, como el del reconocido columnista, caricaturista y editor Vladdo, quien ha afirmado en su cuenta de twitter lo siguiente: “Un reparto muy rico para una historia muy pobre. La película @dontlookupfilm se queda a mitad de camino entre una comedia insustancial y una crítica a la superficialidad política actual. Una oportunidad desperdiciada; lástima”.
Sin duda, la mencionada obra cinematográfica decepciona en algunos puntos y decepciona en parte por los fallos de guion que impide sacar todo el provecho a la calidad extraordinaria de los actores presentes en el reparto. Sin embargo, más allá de las lagunas que presenta, recomendamos aquí la visión de la película porque acierta en su crítica a una sociedad adormecida por la tecnología -aterradoras las imágenes finales del único superviviente que aparece al terminar los créditos- y por la ceguera que el capitalismo inconsciente genera en los actores principales de la opinión pública: políticos, empresarios y medios de comunicación, todos trabajando al servicio del tecnosistema por los fuertes intereses que están en juego.

En efecto, “Don´t Look Up” pone el dedo en la llaga y su mensaje es de máxima actualidad en esta época de pandemia: la colonización del mundo vital, de la existencia personal, situación a la que se ha podido llegar por la alienación que se produce en una sociedad al estar conformada y gobernada por individuos sin principios ni límites morales. En esta colonización de la existencia interpersonal y social, tres actores han jugado y juegan un rol protagonista: las organizaciones políticas, los dueños del mercado y los grandes medios de comunicación. El tejido de esta gravísima colonización está conformado por el mutuo entrelazamiento de gigantes intereses de sus actores principales, originando así una “tecnoestructura” narcisista, que solo se ve y alimenta así misma, produciendo, porque lo necesita, un tipo de ciudadano totalmente anestesiado, sin conciencia ni fuerza ni criterio para enfrentar la realidad. Este tecnosistema, que requiere de la tecnología y de la pseudociencia para sobrevivir, crecer e imponerse, impide la posibilidad de una ciudadanía verdaderamente libre, con criterio propio y presencia activa en el espacio público. Como en la mitología griega, imitando a Cronos, hijo de Urano, el tecnosistema devora al individuo que osa enfrentarse a él, como les sucedió a los protagonistas de la película que aquí recomendamos ver, cuando se atrevieron a cuestionar las mentiras que se propagaban desde la tecnoestructura.

Pablo Álamo Hernández
Pablo Álamo Hernández
PhD en Economía y Empresa. Profesor internacional de la Universidad Sergio Arboleda y de la Univeridad de Columbia del Paraguay

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