Por Benjamín Fernández Bogado
El paso inminente de una ley que hará que se recorten los costos de la facturaciones de la ANDE ha llevado a pegar el grito al cielo a la empresa estatal encargada de la distribución de la energía en nuestro país y ha dicho que no va a poder cumplir con sus compromisos licitatorios, ni tampoco lo va a poder hacer con el pago a Itaipú, el cual podría fácilmente estar sufragando todos los costos de las personas que se ven afectadas en este momento por la pandemia en el uso de la energía eléctrica. No tiene ningún inconveniente y nos parece natural que sea la entidad binacional la que tenga que sufragar esos costos. Sería mucho mejor que las cuestiones llamadas de inversión social, donde solo se ve el interés político partidario de los administradores de turno y no los verdaderos propósitos de beneficio colectivo, como esta vez se verían en el terreno concreto.
No es un gran problema para la ANDE de 250 millones de dólares al año. Si nosotros miráramos simplemente las licitaciones, veremos que se roba en prácticamente todo lo que se compra. Si sólo se dejara de robar durante este tiempo, no habría necesidad de pegar el grito al cielo y menos de contraer empréstitos para sufragar los altos costos que representa mantener el estado en las condiciones actuales. Necesitamos practicidad y por sobretodo, honestidad y patriotismo.
