Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Lo que parecía el inicio de la pandemia, algo absolutamente lógico que se redujeron los salarios y la serie de beneficios que tienen los del sector público, se apagó lentamente en el viejo sistema del sector público de protegerse mutuamente. Los legisladores redujeron algunas de las cuestiones, pero no las partes centrales y dejaron a un lado los salarios altos y los beneficios iguales que tienen los empleados de las binacionales.
Ese pareciera ser la última de las atalayas que tendrán que derribar el pueblo cuando sienta que realmente no tenemos un Estado que esté a la altura de lo que nosotros esperamos. Un Estado austero, equilibrado y racional. Lo que tenemos ahora es completamente lo opuesto y esperaron que se pasaran los ánimos soliviantado en contra de ellos para seguir en lo mismo, para no cambiar en absoluto.
No caben aquí los argumentos de que se recauda menos, que la economía está parada, que la situación del mandante es cada vez peor y angustiosa. Sin embargo, nuestros mandatarios siguen creyendo que están por encima de los comunes y que deben seguir sosteniendo sus grandes privilegios en detrimento de la hambruna, de la necesidad y del colapso económico de muchos.
Es hora de sincerarnos. El estado que tenemos no se nos parece, no nos representa y debería hacer los sacrificios en directa consideración a la situación de sus mandantes.