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Un bufón sin rey

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El diputado “calzonero” no causa gracia, da lástima

No es lógico esperar que quienes integran dos organismos de conformación por elección popular, como el Senado y Diputados, muestren una densidad pareja en cuanto a coeficiente intelectual, comportamiento social y compromiso con la dignidad que les ha sido confiada. Todo lo que espera el ciudadano es que, por lo menos, honren dicha representación. La mejor manera de hacerlo es legislando en forma prudente y razonable sobre asuntos importantes que afectan la vida diaria del país. Nadie espera que lo hagan siempre mostrando una adustez estatuaria porque los seres humanos no somos así en el día a día. Pero saltarse la forma, romper algunas reglas de urbanidad y buscar concentrar la atención de una plenaria sobre un asunto puntual tiene sus límites, so pena de incurrir en el ridículo, sitio del que rara vez se vuelve. Aún así, hay veces que se hace necesario correr el riesgo con un golpe de efecto para llamar a capítulo un recinto de sesiones.

En los años ’30, el mediooeste de Estados Unidos fue sacudido por una gigantesca tormenta de polvo (dust bowl) que hizo perder sus fincas a tres millones de granjeros obligando a otro medio millón emigrar hacia el oeste. John Steinbeck narra el drama en The grapes of wrath, Viñas de ira, encarnado en la historia de la familia Joad yendo a buscar su destino a California mendigando trabajo a lo largo del camino.

En el Senado de Oklahoma, en tanto, se gastaban horas en debates insustanciales mientras la gente huía del Estado. Un día, un senador por el condado de Beaver, uno de los más castigados por las tormentas de polvo y la pobreza, al ver a sus colegas enfrascados en discusiones estériles, tuvo la brillante idea de abrir de par en par las ventanas del Senado para dejar entrar nubes de asfixiante polvo. “¿Y de esto, cuándo vamos a ocuparnos”? apostrofó al recinto. El resto es historia pero el gesto teatral tenía un porqué: llamar la atención a los legisladores hacia sus deberes fundamentales.

Convengamos en que entre ese episodio histórico y el ganso que se encasquetó en el cráneo un calzón hay una pequeña diferencia, la que separa un acting shakespeariano de un bufón de cuarta. Ya hablan de casarle la investidura. No se molesten. Es demasiado gasto en tiempo legislativo. La simple selfie que se sacó lo relega al fondo del tarro, con el resto de la borra.

Molesto, ridiculo pero inofensivo.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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