@peztresojos – Emprendedor y Comunicador Social
Desde la era de la sobre-información o infoxicación, donde todas las personas tenemos espacio para plasmar nuestras opiniones en redes sociales y otras plataformas dentro de la red. Esta sobredosis de información ha sido una turbina que potenció el hartazgo hacia algunas frases o pensamientos, porque han sido tan repetitivos que ya sentimos urticaria cuando los leemos. Un año que termina también es un cliché, porque pasa todos los años (disculpen la redundancia y la obviedad) y todos los años aparecen pensamientos repetitivos, como bajar de peso, leer más, estudiar un idioma, iniciar un deporte, ahorrar, dejar de fumar y otras promesas que, probablemente, tengamos que volver a hacernos dentro de un año.
Este 2019 ha sido un año difícil en varios sentidos, desde una justicia burlona, un Gobierno indolente, una sociedad que ha perdido la capacidad de conversar y una economía que está sufriendo inanición. Noticias dolorosas invaden los titulares de diarios y noticieros, asesinatos, robos, corrupción, desgano, escuelas que se caen, enfermos en los pasillos de nuestros hospitales, niñas que son madres y otros dolores que nos recuerdan día a día que estamos muy lejos de lo que podríamos llegar a ser como país.
Esperemos que el 2020 venga sin tantos clichés, sin tantas frases repetidas miles de veces, tantas que nos vuelven indiferentes, tantas que nos desconectan de la realidad, como ese niño que vemos en un semáforo todos los días y ya lo asimilamos como un objeto más del paisaje. Que el año que está por empezar nos sirva para recuperar algunas cosas que hemos perdido: La empatía, la capacidad de asombrarnos con lo bello de lo cotidiano y la satisfacción de hacer el bien.
Levantemos las copas con melancolía por aquello que dejamos en el camino, pero con la alegría y determinación de saber que es un año el que se acaba, no nuestra vida y que esa es la oportunidad que tenemos de seguir construyendo junto con otros, nuestro destino.