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Suenan las alarmas

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Y el Gobierno parece no tenerlas en cuenta

Cierre de rutas, ocupación de espacios públicos, atropello a la propiedad privada, manifestaciones diarias… Lentamente estamos copiando modelos foráneos que invariablemente son subproductos de Gobiernos ineptos y populistas que desembocan en Estados en ruinas y virtualmente fallidos.

El principio que domina este comportamiento colectivo tampoco es novedad, no lo hemos descubierto nosotros: “Si no cortamos calles o no invadimos terrenos, el Gobierno no nos hace caso, somos invisibles”.

Cuidado con esta fórmula, porque encierra un 50% de verdad y otro 50% de falacia.

¿Por qué 50% de verdad? Porque, efectivamente, hay sectores gravitantes que padecen una economía de supervivencia. Médicos que no llegan a fin de mes, maestros que deben deslomarse en varios turnos para comer, empleados que trabajan en negro y sin seguro social, por un lado. Y por el otro micro y pequeños productores y emprendedores cuentapropistas permanentemente castigados por el contrabando, abandonados por un Estado que no los cuida, arruinados por conglomerados que operan en negro y que plantean una competencia desleal contra la cual están inermes.

¿Por qué un 50% de falacia? Porque detrás de estas legítimas reivindicaciones se parapetan políticos oportunistas y traficantes de tierras de alto valor inmobiliario, además de las cadenas delictuales como el rollo y narcotráfico derivados de los atropellos de propiedades rurales. Y, sin duda alguna, a la sombra de manifestaciones legítmas de gremios médicos, educativos y de funcionarios públicos y empresas estatales, crecen los barones del sindicalismo basura, el que se eterniza en mesas directivas desde las cuales cocinan, en complot con políticos inescrupulosos,  todos los privilegios que engordan las seudirigencias colgadas in eternum del presupuesto nacional.

Esta es una verdadera fórmula para el desastre. Los asuntos de fondo que no son abordados en tiempo y forma por el Gobierno terminan explotando en las calles y, finalmente, obteniendo soluciones a presión con su invariable impacto sobre el gasto público y su hijo putativo, el déficit fiscal. En suma: se calma la fiebre pero la enfermedad sigue activa y agravándose.

Este Gobierno, y sobre todo el que venga después, debe parar la pelota y ver el panorama general antes de seguir el partido.

No repitamos el “modelo argentino” que nos llevará directamente al desastre.

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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22-11-24