Por Benjamín Fernández Bogado
Muchas dificultades se han generado durante este tiempo de pandemia, especialmente en la gestión del gobierno. El Banco Central se siente muy orgulloso de haber reducido 17 personas por año de su plantilla. Ruth Richardson, la que fuera ex primera ministra de Nueva Zelanda y una gran revolucionaria del sistema público de su país, cuando visitó el local del Banco Central dijo “este local puede funcionar perfectamente con 300”. En esa época ya tenía 1200 empleados en su nómina. Nosotros íbamos y entramos a cualquier oficina pública en los tiempos actuales de pandemia, en donde sólo un porcentaje menor al 30 por ciento se encuentra trabajando. Vamos a ver de qué sobra la gente que está en su interior en tiempos normales.
Nadie se anima a tocar a este gato y colocarle los cascabeles porque todos miran en función de los intereses electorales. Si reducen el tamaño de este estado corrupto, adiposo y por sobre todo injusto, van a quedarse sin gente que los vaya a votar en los períodos comiciales. Pero si nosotros seguimos siendo rehenes de los 350 mil empleados públicos y del partido de gobierno que lo sostiene, sea este el Colorado y por un tiempo bastante corto la oposición, que siguió haciendo lo mismo que los colorados. No cambiaremos esta ecuación diabólica que significa grandes pérdidas de oportunidades. Y por qué no, el desarrollo de una maquinaria corrupta que se termina llevando los catorce mil millones de dólares de presupuesto que toca administrar al estado de nuestros recursos.
