En esta realidad en donde desde las redes sociales nos invitan a mostrar solo el lado
perfecto, es importante recordar lo valioso de ser auténticos. La mayoría vive
obsesionada con mostrar una imagen idealizada, llena de felicidad y de logros
impecables. Sin embargo, algunas veces esa supuesta perfección solo genera
ansiedad y hasta distanciamiento.
La presión por querer encajar puede llevarnos a ocultar eso que nos hace únicos.
Renegar de nuestras pasiones o formas de ser por miedo al rechazo, podría resultar
un precio demasiado alto. Cuando nos mostramos como somos, podemos atraer a
quienes nos valoran de verdad, por nuestra esencia y no por una máscara. Aparte,
solo siendo auténticos es que inspiramos a otros a hacer lo mismo, creando contactos
honestos y solidarios.
El mostrar nuestras habilidades sin exagerarlas, admitir errores y ver como aprender
de ellos, demuestra madurez y confianza. Este mundo necesita menos autómatas y
más seres con pensamiento crítico. ¿De que nos sirve conquistar el mundo si uno no
es leal a uno mismo?
Evidentemente que ser auténticos no es igual a actuar sin filtros o herir a otros. Se
trata de ver como equilibrar honestidad con empatía, expresando nuestros puntos de
vista sin perder el respeto. Claro que, el miedo a otras opiniones puede paralizarnos,
pero vivir pendientes de juicios ajenos es agotador. La libertad es aceptar que no
vamos a agradar a todos, y eso está bien.
Al final, la vida es muy corta como para tratar de interpretar lo que no podemos ser. Al
ocultar nuestra verdadera esencia, únicamente nos traicionamos un poco. Si elegimos
ser auténticos, siempre honramos nuestros valores. Muéstrate como eres, con tus
luces y sombras, y con todo eso que te hace irrepetible. Ese es el mejor legado que
puedes dejar en esta tierra.

Licenciado en ciencias politicas (UNA), editor, comunicador, productor y editor de contenido creativo para medios de comunicacion e intereses particulares