Digamos que el presidente electo no la va a tener fácil. Su gestión está ya marcada por un escenario interno complejo y un panorama internacional con varias incógnitas a despejar. Está claro que la fragmentación de la representación colorada en el Congreso en prácticamente cuatro bloques obligará a Peña a negociar constantemente intrabloque para sacar las leyes que considere prioritarias.
Pero es tal vez en el variopinto medioambiente internacional donde deberá librar sus batallas más delicadas.
De movida, desde Estados Unidos algunos enclaves políticos le están dejando en claro que no se tragan la idea de su autonomía política operativa sino que aseguran estar frente a un presidente teledirigido. No nos gusta la idea –sugieren desde Washington- que detrás de cada decisión del presidente paraguayo aparezca la imagen, difusa o explícita, de un corrupto significativo de primer orden como Horacio Cartes, numen protector, inspirador y financiador de su campaña electoral.
El vínculo con Taiwán –un fósil de la guerra fría- es terreno de debate, desde el momento en que fuertes corrientes de opinión en el Paraguay instan a abrir canales de relación directa con China, gran comprador de commodities a los tres consocios del Mercosur. Y esta no es una materia menor. En 2021 Brasil vendió al gigante asiático por US$ 88.000 millones y le compró por US$ 29.000 millones. Uruguay, economía equivalente a la paraguaya, colocó en el mismo destino bienes por US$ 3.200 millones, esencialmente carne, soja y derivados. Paraguay… cero dólares, aunque mucha de la carne y de la soja exportada va indirectamente al mercado chino. Entonces, por qué no eliminar intermediarios y entablar relaciones comerciales directas con Beijing. Esto sólo se lograría si Paraguay -tal como parece exigir el Gobierno chino- cortara todo tipo de vínculos con la pequeña isla acosada militarmente desde 1947 por la madre patria continental. Y esto, a Washington parece incomodarlo profundamente. He ahí todo un contencioso a resolver para el presidente entrante. De movida, para retirar uno de los obstáculos principales en este intríngulis, Peña podría sugerir a la Casa Blanca remover la quisquillosidad de los ganaderos tejanos que se oponen a la importación de carne paraguaya alegando difusas cuestiones sanitarias hace rato resueltas por la Organización Mundial de Salud Animal.
Como se ve, los desafíos de Peña no son menores. Veremos allí su muñeca política y su capacidad de persuasión.
Y sobre todo, la pericia de sus equipos de negociación.