La política paraguaya vista desde afuera parece inmóvil y estática, como si las cosas no quisieran transformarse en nada hacia el futuro. Pareciera que el Status Quo es la guía que tiene cada actor político en nuestro país.
El opositor quiere seguir siendo opositor y el gobernante también. Lo que vemos en circunstancias como las actuales, en la elección de un Ministro de Corte es que se canjean lugares en el Tribunal Superior de Justicia Electoral por un Miembro de la Corte más, un Defensor del Pueblo, cargo que es absolutamente irrelevante en nuestra estructura administrativa.
Pero el ejercicio del poder se regodea con este tipo de logros; para ellos, el colocar a uno de los peones dentro del tablero es suficiente muestra de triunfo cuando en realidad tendría que generar gran decepción y desencanto al observar que institucionalmente no significa nada cambiar una persona por otra o elegir a un opositor para un cargo determinado.
Ya nos hemos decepcionado con Ministros de Corte que llegaron a caballo de la idea de una gran transformación y terminaron siendo fagocitados por el status quo que habían dicho, era lo que tenía que cambiarse.
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