La revolución de la conciencia puede ser denominado este momento augural de nuestra democracia con una gran manifestación por cuarto día consecutivo, de una gran mayoría de gente muy joven. Estamos hablando de personas de menos de 40 años que salieron a las calles para expresar su repudio bajo el grito unánime de que se vayan todos.
Abdo intentó de alguna manera morigerar el momento pidiendo la renuncia de todos sus ministros, cuando en realidad él las tiene desde el mismo día en que los nombra. Eso no aplacó la ira de la gente que ahora sigue coreando de manera más concreta y evidente que quieren que se vaya Abdo, Velázquez, Cartes y todos los demás.
En realidad lo que están diciendo es: queremos futuro, queremos tener algo de esperanza, queremos tener las oportunidades de las que habló Thomas Jefferson cuando definió que la democracia es un sistema político de oportunidades donde al menos una oportunidad tendría que tener cada persona.
La falta de oportunidades en lo económico, en lo social. Esta va a ser la primera generación con mucha mayor educación que sus padres, pero que no los van a superar en términos de mejores posibilidades sociales, económicas, políticas y también familiares.
Aquí se está librando una gran batalla de tipo generacional de ruptura, que debe ser entendido por los políticos de manera mucho más profunda. Ellos les están diciendo a sus mandatarios como mandantes: “no tenemos futuro así como están las cosas y reclamamos que el Gobierno tenga conciencia al menos de la gravedad del momento y de nuestra ausencia absoluta de futuro. Estaremos en las calles tanto tiempo como nos den oportunidades y esperanzas”, ese es el mensaje que está tras esta tragedia paraguaya.
