Uno de los temas en los que la semana pasada volvió a concentrarse el debate local es la cuestión referida a qué es lo más prioritario para un gobierno, ¿Es construir rutas o salvar vidas?
La respuesta no es nada simple, es lógica, hay que salvar las vidas de las personas, sin embargo el Presidente, que tiene conexión con el régimen vial, se enorgullece de la cantidad de kilómetros que viene asfaltando a lo largo de su gobierno.
Eso no hace más que demostrar a un Presidente alejado y distante de la gente y solamente preocupado por las cuestiones crematísticas del sector al que él pertenece. Tendríamos que buscar gente más empática, que se ponga en la condición mayoritaria de la gente y que gobierne para el beneficio de este sector.
En este momento lo que tendríamos que hacer es mejorar las condiciones sanitarias, buscar ser más eficientes en traer e inocular a las personas con las vacunas que podamos contratar; pero fundamentalmente hacer que la vida sea mucho más importante que la terminación de un viaducto o la construcción de una ruta.
Eso puede ser importante y trascendente en tiempos ordinarios pero no en los momentos extraordinarios en donde nos toca vivir, donde todo tiene que estar encaminado a hacer que la vida de la gente sea mucho más llevadera.
Nuestros empleados públicos tampoco se ponen en la piel de la mayoría, recibiendo amplias bonificaciones que sirven como argumento para seguir sosteniendo una burocracia parasitaria y holgazana. Todas estas cosas deben cambiar, pero para eso, debemos tener como prioridad a la gente y su salud.